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Devaluar o no devaluar

En los últimos meses, el tema referido a la necesidad o no de realizar algún ajuste en la cotización de la moneda nacional respecto al dólar estadounidense ha copado gran parte de la agenda económica. Las razones en favor y en contra son diversas, y van desde la recuperación de competitividad para el sector empresarial, hasta la preservación de la estabilidad monetaria.

Antes de reflexionar respecto a la pertinencia de devaluar o no la moneda local, resulta relevante recordar que toda decisión económica trae consigo una serie de efectos positivos y negativos, que tiene como fin restablecer un equilibrio. Sin embargo, en el trayecto algunos sectores serán beneficiados con la medida, mientras que otros experimentarán menores niveles de bienestar; por tanto, la acción debe poner en la balanza el costo social de su materialización versus el bien mayor de la sociedad. En este marco, la decisión de devaluar no es trivial, porque muchos se verán afectados, en favor o en contra. De allí que antes de ejecutar políticas monetarias de este tipo, correspondería realizar una cuantificación de posibles daños y dañados.

En efecto, cualquier devaluación alterará en primer lugar las expectativas de la población, por ejemplo, una larga letanía del tipo minidevaluaciones contribuiría a mantenerse “bolivianizado”, en cambio una sola y significativa devaluación induciría a la “dolarización” de los ahorros. Además, si las minidevaluaciones son efectuadas sin un horizonte temporal, el posible efecto podría ser el mismo, es decir, “refugiarse” en el dólar, presionando de esta manera a las reservas internacionales; puesto que aquellos que mantienen bolivianos en sus bolsillos, en el colchón o en las cuentas de ahorro de los bancos indefectiblemente migrarán hacia la moneda “fuerte”. Asimismo, una devaluación afectaría a quienes cotizan en el sistema de pensiones, pues la sumatoria de sus aportes, que están en moneda local, tendría un menor valor en términos comparativos respecto al dólar, afectando en última instancia su poder adquisitivo.

Aunque resulte paradójico, una posible devaluación puede significar una gran pérdida para el sector industrial que compra su materia prima en dólares y vende sus productos finales en bolivianos, principalmente la micro, pequeña y mediana empresa, que al no ser exportadora, encarecería sus costos de producción.

Este último escenario se contrapone a la pérdida de competitividad de las empresas nacionales cuyos productos se ven afectados por un boliviano fuerte respecto a las divisas de los países vecinos, que gracias a la devaluación de sus monedas están inundando el mercado interno con productos artificialmente más baratos, desplazando a la industria nacional de los ámbitos comerciales internacionales e internos. Parafraseando al gran dramaturgo y escritor inglés William Shakespeare, ¿devaluar o no devaluar?, esa es la cuestión.