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Chucherías chinas

Uno de los placeres sencillos de la vida en la ciudad de La Paz es ir de excursión al mercado de verduras de la Rodríguez. Al ingresar, un aroma múltiple llega a nuestro olfato y el bullicio parece acompasado; de pronto, las risas y las charlas en aymara y castellano se ven enriquecidas por el cliente chino que discute alternativamente con su chef en su idioma y en español  con la vendedora. Su trato es familiar, el padre del cliente chino hizo negocios con la abuela de la actual caserita. Son los dueños de las chifas que acuden a este recinto a abastecerse de productos. Tal es así que allí encuentra col chino, hongos, tofu y una variedad de especias que usan en su variada cocina. En varios de estos restaurantes está la imagen de Mao, cuyos comensales se preguntan: “¿Quién es ese chino gordo?, ¿es Buda?”.

Hace casi medio siglo, el movimiento comunista estaba dividido en maoístas prochinos y stalinistas prosoviéticos. Los demás grupos de izquierda eran pequeños satélites que pujaban un espacio ideológico que se les abrió en 1991, con la disolución de la Unión Soviética y el supuesto fin de las utopías socialistas. Mao, cuando se distanció de la URSS, en el XII Congreso del Partido Comunista de la URSS (1961), dijo que él no confiaba en los líderes de un pueblo que no tenía la antigüedad de la civilización china ni su sabiduría. El rompimiento de sus relaciones tenía que ver con la interpretación del marxismo leninismo de Mao en contraposición a la actitud “revisionista” de la URSS, que había decidido la convivencia pacífica con EEUU. El maoísmo de entonces, beligerante, se convirtió en la inspiración de varios grupos radicales cuya vanguardia era la campesina, en desmedro del proletariado, como posición clásica del marxismo.

Desde 1976 Den Xiao Ping, junto a su grupo de asesores, dio un paso audaz, abriéndose al capitalismo paulatinamente, sin conferir los recursos naturales a la empresa privada, sino, bajo control estatal y partidario. El mundo teórico del marxismo dio un giro por este cambio de rumbo, que abandonaba la teoría económica y mantenía al Partido Comunista Chino en el poder, anticipándose a la disolución de la URSS y su fragmentación en varias repúblicas capitalistas.

Mientras Estados Unidos se encontraba muy ocupado con sus guerras en Medio Oriente, la China sentó sus reales en Sudamérica, el tercer patio del imperio, sin hacer estruendo. Lin Yutang (1895-1976) es uno de mis escritores chinos favoritos, aparte de sus grandes poetas de la dinastía Tang, de su pintura y de su cercanía filosófica con el mundo indígena.

La mayoría de los bolivianos solo ven a los chinos como personas que tienen restaurantes de pollos a la broaster y venden chucherías inservibles. Sin embargo, culturalmente estamos más cerca de ellos que de otras civilizaciones. Así, Lin Yutang dice sobre su pueblo: “Cada familia en China es una unidad comunista, con el principio de ‘haz lo que puedas y toma lo que necesites’ como guía de sus funciones. La ayuda mutua se desarrolla hasta un grado muy alto, alentada por un sentido de la obligación moral”. También está el lado oscuro: “Además, el ministro que roba a la nación para alimentar a su familia, sea por la presente o por las generaciones futuras (…) solamente trata de glorificar a sus antepasados (…). La malversación de fondos públicos puede ser un vicio público, pero es siempre una virtud familiar. Y así, por extraño que parezca, el comunismo chino engendra el individualismo chino; y la cooperación familiar resulta una cleptomanía general que tiene un tinte altruista”. Esto escribió Lin Yutang en 1935, antes de la asunción al poder de Mao. En la China actual existen leyes muy duras contra esta ancestral práctica de la malversación de bienes públicos, lo que sí los hace diferentes a nosotros, porque las aplican.

Confucio, el gran pensador chino, basó su doctrina ética como centro en los valores humanos y no en castigos divinos; y Yutang, con un alto sentido prospectivo apuntó: “El máximo de poder es la iniciación de la decadencia”. Es, sin duda, la ancestral sabiduría china la que nos falta conocer.