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Transporte fatal

Parece manido insistir en que en Bolivia el transporte terrestre, particularmente el de pasajeros, es deficiente. Según reportes periodísticos, en las nueve capitales de departamento y en otras ciudades mayores esa es la queja principal de las personas. Pero un nuevo dato lleva la preocupación a otro nivel: seis de cada 10 accidentes son causados por transportistas.

En efecto, según un reporte estadístico del Seguro Obligatorio de Accidentes de Tránsito (SOAT), pese a que los vehículos que prestan el servicio público de transporte representan solo el 6,4% del parque automotor del país, ocasionaron el 59% de los accidentes automovilísticos solo en 2015. Si esta cifra no es suficiente para causar alarma, añádase que estos siniestros dejaron 11.602 personas heridas o fallecidas. Así, no es casual que Bolivia ostente el triste récord de estar entre las 11 naciones de América que tienen la tasa de mortalidad más alta en hechos de tránsito. En efecto, según datos de la OPS, en Bolivia ocurren 19,2 muertes en esas condiciones por cada 100.000 habitantes; el promedio en el continente es de 16,1 por cada 100.000.

Las historias de accidentes fatales en automóviles de transporte de pasajeros son muchas y casi sin excepción dan cuenta del descuido del conductor, tanto en el acto mismo de conducir como en el mantenimiento del coche. Así, hay una peligrosa combinación de ausencia de seguridad con mala calidad del servicio que lleva a muchas personas a poner en riesgo su vida cada vez que abordan un automóvil de transporte de pasajeros.

El Director Departamental del Organismo Operativo de Tránsito en La Paz afirma que la principal causa para semejante índice de siniestralidad está en las personas, “porque el conductor tendría que revisar todo”. Cabe añadir que parte de la responsabilidad también está en manos de los efectivos policiales que realizan la inspección técnica vehicular cada año, pues no es extraño ver circulando en las calles coches que parecen salidos de un depósito de chatarra. Las nuevas normas de calidad impuestas por la Alcaldía de La Paz a los transportistas deberían ayudar a eliminar este tipo de automóviles en un plazo relativamente breve.

Asimismo, es evidente que la gran mayoría de los choferes se dedican a este oficio únicamente porque saben cómo conducir automóviles, haciendo por lo demás gala de ignorancia de las normas más elementales de tránsito, lo que incrementa grandemente sus posibilidades de verse envueltos en siniestros que pueden ser fatales.

Hay, pues, mucho que mejorar en este ámbito, y uno de los primeros pasos debería ser impulsar una verdadera profesionalización de los choferes dedicados al transporte, exigiendo a quien de-see dedicarse a esta profesión un conocimiento amplio y profundo de las competencias necesarias para garantizar la calidad y la seguridad del servicio.