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Una bola de cristal

El paso de la Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia (FCBCB) al Ministerio de Culturas ha generado una serie de susceptibilidades entre artistas y gestores culturales. Sin embargo, no se tiene una bola de cristal para adivinar el futuro y cómo será la nueva administración; y creo que anticipar una catástrofe en los repositorios, que administra la institución, no es lo más acertado. Si este proceso de transición ocurre, el Ministerio de Culturas tiene que mostrar su eficiencia y capacidad de buena gestión y echar por tierra los malos augurios.

Lo que sí es cierto es que la FCBCB precisaba una intervención ante la serie de denuncias de irregularidades que surgieron y que la pusieron en el ojo de la tormenta. Lo que es importante de esta transición es que no sea simplemente un cambio de nombre para olvidar o enterrar las más de 80 observaciones existentes en una auditoría realizada en 2014.

Todos esos puntos tienen que ser resueltos y aclarados ante la opinión pública, desde el más absurdo como publicar un libro que no estaba dentro de sus atribuciones, hasta los más complejos como la adquisición de una imprenta en Bs 1.580.000 que durante dos años y hasta ahora paga un alquiler mensual de Bs 10.780 sin producir nada; o la compra de un software con supuesto sobreprecio en Bs 556.800 que no cumple su función en el Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia. Estos aspectos generan gasto al Estado cuando el argumento para su compra fue abaratar costos y ahorrar ese dinero.

Uno de los primeros retos para Culturas será que esa máquina marche, que el software se desarrolle e investigar a los responsables. La cultura es uno de los sectores que más dificultades tiene, sobre todo con presupuestos, y no se puede ni se debe perder el dinero que le hace falta. Esos fondos deberían ser destinados a proyectos para artistas y gestores culturales, y así tener a ese sector produciendo, porque el arte es transformador de sociedades y es el espíritu de una nación. Los procesos de cambio social no pueden excluir a los creadores, sería un grave error.

Otro aspecto importante que debería tomar en cuenta un funcionario de la FCBCB es que no debe atacar, de forma antojadiza, a los periodistas que investigamos irregularidades, argumentando que “no tienen ética”,  “son tendenciosos” y hasta atribuyendo conclusiones sobre nuestra ideología política sin tener la más mínima idea. Es un absurdo que ronda la paranoia más desorbitada. Si existe alguna aspiración es el compromiso con la verdad y que el dinero estatal destinado a la cultura llegue a ella, la beneficie y no se pierda por una mala gestión o por ineficiencia.