El Banco Mundial lanzó el premio regional Juventud para una alimentación sostenible el 16 de mayo pasado. El premio llega en un momento crucial para impulsar investigaciones de jóvenes científicos en agricultura y alimentación. A raíz de este lanzamiento, quiero compartir algunas reflexiones acerca de la importancia de promover el capital humano en los países de la región y, especialmente, de generar las condiciones para que los jóvenes se involucren en actividades científicas y de desarrollo tecnológico.

América Latina tiene un déficit de inversión en capital humano, desarrollo científico e innovación. Mientras que uno de cada dos estudiantes universitarios chinos está involucrado en áreas de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas; apenas dos de cada 10 estudiantes latinoamericanos se interesan en estas áreas de conocimiento. En los últimos años, varios informes del Grupo Banco Mundial dedican gran atención a las brechas en educación en comparación con otras regiones (Ninis en América Latina, jóvenes que ni estudian ni trabajan, por mencionar un ejemplo).

A su vez, el informe El emprendimiento en América Latina, muchas empresas y poca innovación aborda las brechas de innovación: según datos históricos, la probabilidad de que una firma en América Latina introduzca un nuevo producto al mercado es, en promedio, 20% menos que las firmas en Europa del Este y Asia Central; y a nivel de patentes no hay ningún país en la región que se acerque al nivel que exhiben los países de ingresos altos.

La falta de innovación en la región también se confirma por medio de las cifras de comercio internacional. Siguiendo con la comparación con China, las estadísticas de comercio de las Naciones Unidas señalan que en 2013 las materias primas significaron el 73% de todas las exportaciones desde América Latina a China, mientras que las manufacturas, con un grado (aunque sea bajo) de tecnología, alcanzaron apenas un 6%. Ello indica que China está importando productos de mayor valor agregado desde Asia y no desde nuestra región.

El crecimiento en América Latina se ha desacelerado. Si bien la región mostró grandes progresos en las últimas dos décadas, ahora cada incremento marginal en productividad y eficiencia costará mucho más que antes. Países emergentes como Perú, que habían logrado ritmos altos de crecimiento, ahora muestran niveles de crecimiento económico menores, en torno al 3,3%. La bonanza de las materias primas se acabó y la región se encuentra claramente en una transición hacia un nuevo equilibrio. No son ni serán años fáciles, como lo ha confirmado el informe Empleos, salarios y la desaceleración latinoamericana, producido por la Oficina del Economista Jefe Regional del Banco Mundial en octubre de 2015. Para el presente año, la proyección de crecimiento para la región está en torno al 1% (versus 3% en Europa del Este y Asia Central, y cerca del 6% en China).

Para sostener el crecimiento y sacar ventajas de los mercados globales, América Latina debe invertir más en investigación, desarrollo e innovación. Las economías latinoamericanas se han visto fuertemente afectadas por la desaceleración en China, país que todavía ofrece enormes oportunidades para nuestras naciones. Por ejemplo, el sector de agricultura y alimentos en China aparece como un ámbito prometedor para la región, ya que el país asiático debe continuar alimentando al 19% de la población mundial y a una demandante clase media que sobrepasará los 600 millones de habitantes el 2020. El reto demográfico es inmenso.

No obstante, para que nuestros países puedan competir y aprovechar estas oportunidades se deberán desarrollar y aplicar nuevas tecnologías a la par con las tendencias de consumo, las que valoran, por ejemplo, alimentos inocuos, con propiedades nutricionales sofisticadas, y en envases y formatos para un mundo mayormente urbanizado, que prefiere comida preparada fresca y lista para ser consumida en cualquier lugar.

Sostener el crecimiento en la próxima década será posible si nuestros países invierten en los jóvenes hoy. Formar el capital humano y las capacidades científicas requiere tiempo. Si se considera tan solo la educación superior y la realización de maestrías y doctorados, una persona requiere 10 años para comenzar a producir tecnología. Esta inversión es supremamente importante no solo para las instituciones públicas de investigación y desarrollo, como universidades e institutos de investigación; sino también para las firmas.

Es el sector privado el que finalmente deberá dar el paso en la adopción de tecnología para agregar valor, incrementar la eficiencia y aprovechar auspiciosos nichos de mercado. En los países de ingresos altos, el sector privado invierte mucho en estas áreas y en los jóvenes que puedan ayudar a dar saltos tecnológicos. No hay que olvidar, además, que muchas de las empresas más innovadoras han sido creadas y lideradas por jóvenes.

Como parte de la agenda hacia un crecimiento sostenido e inclusivo, el Grupo Banco Mundial realiza esfuerzos por promover el capital humano, desarrollo científico e innovación. En el ámbito particular de la alimentación sostenible (tema destacado por el premio regional) el Banco Mundial  (BM) ha apostado decididamente por apoyar la innovación en países como Perú, Bolivia y Chile.

En Bolivia, por ejemplo, el Instituto Nacional de Innovación Agropecuaria y Forestal está finalizando un proyecto, con apoyo financiero del BM y las cooperaciones bilaterales suiza y danesa, para fortalecer las capacidades científicas y la generación de tecnologías. En conjunto con las universidades bolivianas, este instituto ha hecho posible que más de 100 jóvenes estudiantes de ingeniería agronómica puedan colaborar en los trabajos de investigación y la generación de tecnologías que hoy los agricultores ya están comenzando a adoptar. Para cosechar productividad y competitividad, Bolivia debe continuar cultivando a estos jóvenes y ayudándoles para que continúen su formación científica. Los jóvenes de ahora jugarán el partido de la próxima década. Ellos son la garantía del desarrollo del mañana.  

Es director del Grupo Banco Mundial para Bolivia, Chile, Ecuador, Perú y Venezuela.