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La nueva minería

La persistente volatilidad en la cotización de los minerales en los mercados internacionales constituye una preocupación permanente para los productores nacionales que se dedican a esta actividad extractiva; y día que pasa, las operaciones mineras estatales y privadas, incluidos a los cooperativistas, comienzan a sentir el rigor de la contracción de sus ingresos.

Por caso, la cifra mágica de $us 7,50 por libra fina de estaño, que según los directivos de la Empresa Minera Huanuni (EMH) es el costo mínimo de producción aproximado para asegurar la factibilidad de sus operaciones, fue rebasada a la baja desde hace varios meses. Esto significa que muchos mineros, asalariados y cooperativistas se encuentran actualmente extrayendo el mineral a pérdida, y por esta misma razón la empresa estatal registró pérdidas en 2015, sin poder revertir esta tendencia hasta el día de hoy.

Ante este escenario, cabe preguntarse qué hacer con las cerca de 300 cooperativas que se encuentran prácticamente produciendo a pérdida, ¿qué hacer con la Empresa Minera Huanuni, cuya rentabilidad y sostenibilidad están en crisis?, ¿qué hacer para compensar la reducción por concepto de regalías que afectan a los departamentos mineros de Potosí y Oruro?, ¿qué hacer si el precio del metal del diablo sigue a la baja, poniendo en riesgo la sostenibilidad de aproximadamente 100.000 empleos? Éstas y otras interrogantes requieren una acción inmediata y efectiva de parte de las autoridades gubernamentales en materia de minería; máxime tomando en cuenta que las medidas de contingencia asumidas hasta ahora como la creación de un fondo crediticio para el sector cooperativista o la posible reducción de la planilla en Huanuni solo han servido como paliativos, sin llegar a resolver el meollo del problema: cómo impulsar una transformación tecnológica que mejore la productividad del sector.

En este contexto, resulta vital que el Gobierno asuma un rol proactivo y decisivo en la reconstrucción y refundación de la Corporación Minera de Bolivia (Comibol), de tal manera que vuelva a asumir el liderazgo en el sector minero, sacándolo del letargo en el que lo dejaron las políticas neoliberales. Es tiempo de que asuma su rol como la gran corporación empresarial estatal que antaño fue para que explore, explote, produzca, transforme, exporte y genere excedente. Y para este cometido se requiere de una acción estratégica que contemple la restitución plena y definitiva de las competencias productivas de Comibol. Asimismo, una reestructuración administrativa, técnica, financiera, legal y organizacional le permitiría cumplir su misión.

Bolivia es un país minero por excelencia; por tanto, es momento de asumir soberanía en este rubro, posicionando a Comibol como una corporación destinada a proteger los intereses nacionales en el sector minero.