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Las tribus

Hace dos millones de años, los humanos que habitaban el este de África no eran muy diferentes en necesidades y estilo de vida de los elefantes, los gorilas o los chacales con los que compartían el hábitat. De hecho, la especie a la que hoy nos enorgullecemos de pertenecer, el homo sapiens, por millones de años no fue la única especie humana en la Tierra. Los diferentes tipos de humanos que los fósiles nos revelan (el homo erectus, el soloensis, el denisova o el neandertal) no fueron etapas distintas de un proceso evolutivo lineal, sino que fueron diferentes especies de la misma familia humana que vivieron simultáneamente, así como los leones, tigres y leopardos son especies distintas de la misma familia felina. Pero todas las otras especies humanas se extinguieron y solo quedó la nuestra.

Recientes estudios señalan que muy probablemente el homo sapiens de hace 100.000 años fue el responsable del genocidio de todos sus primos y parientes conocidos. Es fácil imaginarlo: los sapiens tenían más desarrollada la tecnología y estaban mejor organizados en grupos más grandes. Incluso hoy en día  no se caracterizan por su tolerancia o su respeto por el otro, así que hace 100.000 años podemos imaginar lo que podrían hacer para apropiarse de los recursos de los que se alimentaban sus primos.

Lo que hizo a los sapiens posible la supervivencia y eventualmente el dominio del planeta fue, en realidad, su capacidad de comunicarse, y por tanto, de organizarse en tribus. Ciertamente las hormigas y abejas también se organizan en grupos enormes, estratificados y eficientes. Y claro que los elefantes y los pingüinos son también seres que generan intrincadas sociedades. Y claro que los chimpancés y los delfines tienen formas de lenguaje que les permiten comunicarse unos con otros.

Empero, solo el sapiens se organiza en grandes grupos, construye imperios, edifica Estados, asesina parientes y destruye planetas a partir de conceptos e ideas que no existen en el mundo material. El lenguaje y el pensamiento del sapiens no solo abarcan objetos físicos como el agua o los bisontes, sino que además son capaces de significar cosas como Dios, capitalismo o Estado; y una vez proferidas e internalizadas esas palabras pueden movilizar regimientos, generar identidades y establecer lazos que van más allá de las limitaciones de la pequeña tribu. Dos musulmanes en dos esquinas del mundo se sienten hermanos aunque nunca se hayan visto. Dos latinoamericanos que se encuentran en el metro de Hamburgo pueden sentirse cuates o panas aunque nunca se hayan conocido. Dos jóvenes con gustos musicales o estéticos similares se sienten miembros de una misma tribu.

Las tribus siguen existiendo, solo que en una escala más grande. Y sin embargo las tribus también se achican. Un grupo de transportistas, un gremio de abogados, un barrio de la periferia son a su vez tribus cuando se enlazan por un interés común y único, excluyente de los intereses ajenos. Una religión o un partido político pueden convertirse también en tribus, cuando sus miembros dejan de considerar al que no comulga con ellos como parte de su misma especie, y están dispuestos a lo que sea con tal de eliminar sus puntos contrarios de vista.

Lo que ha hecho posible que los sapiens dominen y eventualmente amenacen el planeta fue su capacidad de organizarse en tribus. Y es justamente esta capacidad la que puede hacer que terminemos exterminándonos unos a otros, como ya antes lo hicimos con nuestros primos.

Es cineasta.