Estados Unidos es, de lejos, el mayor comerciante de armas del mundo y realiza cerca del 30% de las transferencias de armas convencionales globales desde el punto de vista de su valor. Según señala un informe oficial de Amnistía Internacional (AI), el coloso del norte suministra armas a más de 170 países, y su historial a la hora de suspender la provisión de armas por motivos de derechos humanos es desigual.

En 2014 Estados Unidos aumentó la venta de armas en un 35%, por un valor de $us 10.000 millones, según informa, el 25 de diciembre de 2015, The New York Times. En 2014 México compró 28.000 armas a Estados Unidos por un valor de $us 21,6 millones; y se estima que otras 212.000 entran ilegalmente cada año a través de la frontera.

El Organismo Independiente de Información estadounidense (NACLA, por sus siglas en inglés), estima que entre 45 y 80 millones de armas portátiles, incluidos misiles tierra-aire, circulan en el mundo, y son la causa de muerte de entre 73.000 y 90.000 personas por año. Son la principal causa de muerte de personas de entre 15 y 44 años, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).

 De acuerdo con la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA), el 80% de los crímenes en América Latina se realizan con armas de fuego, y al menos la mitad de las armas provienen de Estados Unidos. Además, agrega, Estados Unidos es la principal fuente del tráfico negro y gris de armas y municiones para América Latina. La Agencia del Departamento de Justicia para el control del alcohol, tabaco, armas de fuego y explosivos (ATF) hizo un seguimiento a 15.937 armas decomisadas en México en 2014, y halló que el 72% de ellas procedía de Estados Unidos.

Un informe publicado por el semanario Brecha de Uruguay sostiene que América Latina es la única región en la que el precio de las armas en el mercado negro se redujo en este siglo por la sobresaturación de estos productos. Un AK 47 llega a costar $us 25 en El Salvador y $us 2.000 en Brasil.

Desde los 60 hasta los 90, los organismos de Inteligencia de Estados Unidos suministraron armas a gobiernos y rebeldes de Colombia, Cuba, República Dominicana, El Salvador, Guatemala, Haití, Honduras, Perú y Nicaragua. Entre 2000 y 2014, el 63% de las armas vendidas fueron a Brasil, Chile, Colombia, México, Panamá y Paraguay.

El Salvador, el país más violento del mundo, fue entre 1980 y 1993 el primer mercado para las armas de Estados Unidos. La guerra entre 1981 y 1989 produjo 75.000 muertos en ese país caribeño, y las armas estadounidenses siguieron llegando hasta tres años después de finalizado el conflicto (Brecha). En 2015 los muertos por la violencia sumaron 6.656, una cifra similar a la de los años de guerra interna, 116 por cada 100.000 habitantes, 17 veces más que el promedio mundial.

Estados Unidos exige que el Tratado sobre el Comercio de Armas, que está siendo negociado actualmente, no prohíba transferencias aun cuando existan datos creíbles de su uso potencial para cometer violaciones graves de derechos humanos. Al respecto, Amnistía Internacional afirma que las autoridades estadounidenses preferirían un documento breve que contenga principios generales a tener en cuenta y no medidas vinculantes enérgicas.

A pesar de todo lo señalado respecto al mercado mundial de armas, Estados Unidos se ha proclamado como el abanderado de la lucha por los derechos humanos y la democracia. Con esa consigna, alienta y promueve conspiraciones y desestabilización de los gobiernos que no le simpatizan. Promueve, alienta y ejecuta la invasión de esos Estados.