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Comida rápida

Entre los signos de modernidad que se han instalado en las ciudades del país, probablemente uno de los más visibles sea el de los locales de comida rápida. Ya se trate de marcas locales o costosas franquicias extranjeras, este tipo de restaurantes tienen en común que tanto la preparación como el consumo de las comidas ocurre en poco tiempo, lo que conlleva algunos riesgos.

En efecto, según un reportaje publicado el domingo en este diario, el negocio de la comida rápida no ha hecho más que crecer en los últimos años. Aunque algunos de los propietarios consultados aseguran que su mejor año fue 2014, cuando más ingresos dicen haber tenido, las cifras del Ministerio de Economía y Finanzas Públicas revelan que solo en el primer semestre de 2015 estos negocios facturaron $us 335 millones y que esta cifra es superior a la de idéntico periodo de 2014 en $us 43 millones. Agrega la información oficial que el negocio de comida rápida creció en 600% entre 2005 y 2014.

La primera explicación para este aparente boom de la industria alimenticia está en la creciente complejidad de la vida urbana, en la que una característica es la falta de tiempo para actividades tradicionales como el comer en casa con la familia, sumada a las grandes distancias que deben recorrer las personas desde y hasta su hogar. A ello se añade un evidente incremento en los ingresos de las familias promedio, que favorece el consumo de alimentos ya preparados.

Desde el punto de vista de la oferta, es también visible que las nuevas condiciones del mercado han impulsado todo tipo de inversiones en el área de la restauración, desde sofisticados restaurantes de comida gourmet a precios muy elevados, hasta cadenas de comida popular, pasando por las franquicias de marcas popularizadas a través del cine y la televisión. Todos los consultados por este diario coincidieron en que el negocio no hace más que crecer, y varios de ellos tienen planeado abrir nuevas sucursales de sus establecimientos.

Sin embargo, a pesar de la popularidad de estas comidas, es conveniente recordar que no por nada tienen comúnmente el adjetivo de “chatarra”, pues por sus ingredientes y forma de preparación (las frituras, especialmente de carne y papa, son habitualmente el centro de la oferta) tienen poco de nutritivo por mucho que causen saciedad en quien las consume. Además, algunos de los ingredientes habitualmente empleados (por ejemplo el sodio en sus diversas presentaciones) predisponen a la obesidad y otras enfermedades no transmisibles.

Desde el punto de vista de la economía, la expansión de los negocios de comida rápida es una buena noticia, desde la perspectiva de la salud pública, no tanto. Es necesaria una normativa que obligue a advertir de los posibles peligros de consumir este tipo de alimentos de manera frecuente, de lo contrario, en un futuro próximo habrá muchas enfermedades que curar.