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Vaivenes en la política latinoamericana

Después del predominio de corrientes de izquierda en América Latina, la política ingresa a una fase marcada por la incertidumbre respecto a la continuidad de los regímenes progresistas y, también, al derrotero de las alternativas que impulsan un retorno al neoliberalismo. Por ese motivo, desde fines de 2015 un tópico recorre el análisis sobre la democracia y se refiere a un “fin de ciclo”. Es un vocablo cargado de connotaciones y denota un carácter impreciso. Para una cabal comprensión de esta confusión planteamos: ¿estamos ante la culminación de un “ciclo político” o en los prolegómenos de otro “ciclo estatal”?

La respuesta acerca de qué es lo que concluye y qué se inaugura es ambivalente en la medida en que “ciclo político” y “ciclo estatal” corresponden a diversos aspectos e implican un tempo distinto. En el primer caso existen cambios en el mapa político que muestran un signo distinto —sino opuesto— al “giro a la izquierda” que caracterizó a la democracia de principios del siglo XXI. En el segundo caso la mutación es menos evidente, puesto que los patrones de acumulación basados en una matriz Estado-céntrica no serán desmontados sin conflictividad social ni inestabilidad política.

Respecto al agotamiento del ciclo político, existen indicios de variado signo. Estas diferencias tienen que ver con las rutas de los gobiernos progresistas en Brasil y Argentina que no encararon profundas transformaciones y con los caminos recorridos por los gobiernos que promovieron “procesos refundacionales” en Venezuela, Bolivia y Ecuador. Esta distinción es un dato relevante para distinguir posibles rupturas y continuidades. Por lo pronto, el asunto es interpretar los acontecimientos que dan pautas para señalar que se trata de la culminación de una fase o la inauguración de otro viraje en la historia política.

En el inicio destaca la derrota del kirchnerismo en Argentina y la orientación de las medidas económicas adoptadas por Macri. Después, la figura de “gobierno dividido” en Venezuela por la victoria opositora en las elecciones legislativas y la convocatoria a un referendo revocatorio del mandato presidencial. Luego se produjo la derrota de Evo Morales en Bolivia en el referéndum dirigido a viabilizar su postulación a otro mandato continuo. Finalmente, la suspensión de Rousseff en Brasil, como parte de un intento de destitución presidencial, turbia maniobra legal sin legitimidad. A este cuadro se suma la definición de la pugna presidencial en Perú entre dos fuerzas de derecha. Asimismo, la baja popularidad de Michelle Bachelet y la inercia de los partidos frente a las demandas sociales.

En suma, se trata de un cuadro complejo que se vincula a un ciclo político en fase terminal o de conversión ideológica. El decurso de la coyuntura es incierto, excepto, por ahora, en el caso argentino. Desata menos dudas en Ecuador y Bolivia, puesto que el proceso político se dilucidará en las urnas. El panorama es más complejo en Brasil y Venezuela por el panorama de polarización política y social en torno a esquemas institucionales que son motivo de debate legal y movilización callejera: destitución presidencial y referéndum revocatorio. Es decir, aparte de la arena institucional, las calles y los medios de comunicación —con cada vez mayor influencia de las redes sociales— son espacios de disputa que pueden incidir en el proceso decisional político. En ese sentido, ante la eventualidad de un “giro a la derecha”, es decir, a una orientación política con pretensiones de restauración neoliberal, es dable suponer que los gobiernos de ese signo enfrentarán una coyuntura crítica que puede marcar, también, el inicio de una etapa de inestabilidad política y aguda conflictividad social en la región.