A pesar de que algunas encuestas mostraban que los británicos estaban a favor de la salida del Reino Unido de la Unión Europea (brexit) y que algunos inversionistas habían tomado previsiones ante tal eventualidad, liquidando sus inversiones en libras esterlinas y tomando posiciones en activos considerados de bajo riesgo como el dólar, oro y bonos soberanos alemanes y estadounidenses, tal parece que otro gran número de inversionistas confiaba en que la población británica finalmente iba a optar por su permanencia en la Unión. Y es que en los dos días siguientes a conocerse la victoria del brexit con el 52% de los votos, éstos salieron masivamente a vender sus inversiones y a posicionarse en los activos menos riesgosos, lo que ocasionó que las bolsas europeas, asiáticas y estadounidenses cayeran estrepitosamente, la libra esterlina se hundiese a su menor nivel en 30 años respecto del dólar, y el precio del petróleo retroceda por debajo de los $us 48 el barril. En contrapartida, el precio del oro subió, el dólar se apreció frente al euro y otras monedas y las tasas de los bonos soberanos estadounidenses y alemanes a 10 años bajaron, estos últimos a niveles negativos.

En la semana que concluye, una relativa calma retornó a los mercados, las bolsas recuperaron gran parte del terreno perdido y el oro, el dólar y las tasas de los bonos soberanos estadounidenses y alemanes se mantuvieron sin mayores cambios; lo que pareciera indicar que persiste la preocupación sobre las aún no claras posibles consecuencias políticas y económicas del brexit. Los inversionistas tienen diversas interrogantes tras el resultado del referéndum, como el liderazgo político en el Reino Unido, la relación futura del país con la UE, el impacto sobre los negocios y la inversión, las acciones que tomarán los bancos centrales de otros países, así como los políticos de los países miembros de la UE durante la negociación del proceso de salida.
Tanto las autoridades del Gobierno británico como del Banco Central Europeo (BCE) ya han manifestado que la salida del Reino Unido de la UE afectará el crecimiento de ambos, lo que no es una buena noticia en un escenario de debilidad económica mundial. Ante este escenario se ha reducido significativamente la posibilidad de que el Banco Central estadounidense (FED) eleve la tasa de interés de referencia en lo que resta del año.  

Con el fin de reducir la incertidumbre, las autoridades de la UE desean que las negociaciones de la salida del Reino Unido se inicien lo más pronto, aunque entienden que primero se debe resolver la situación política en ese país, cuyo primer ministro, David Cameron, presentó su renuncia una vez conocido el resultado del plebiscito (claramente no puede ser parte de la negociación de una decisión con la que no estaba de acuerdo), la que se haría efectiva en octubre. Pero las negociaciones de su salida del bloque europeo no serán fáciles para el Reino Unido, ya que tanto Francia como Alemania han advertido que un país que no forma parte de la UE no puede tener los mismos privilegios de los que gozan sus miembros, y que para acceder al mercado común se debe aceptar la libre circulación de bienes, servicios, capitales y personas (huelga recordar que una de las razones que motivaron que la población británica vote por el brexit fue la recuperación del control de sus fronteras y de la inmigración). Consiguientemente, el comportamiento futuro de la economía global y de los mercados dependerá de cómo manejen los políticos la negociación del proceso de salida del Reino Unido de la Unión Europea.