La justicia
La justicia, en tanto orden social, debe estar basada en el principio de imparcialidad.
Seminarios, talleres, cumbres y los eruditos no logran ponerse de acuerdo sobre el tema de la justicia, mientras que para nosotros, los legos en materia de derecho o, más bien, para quienes sufrimos por su causa, la cosa parecer estar muy clara: la justicia es, fundamentalmente, un principio de carácter moral que nos induce a actuar en correspondencia con la verdad, otorgando a cada uno lo que por ley le corresponde.
De acuerdo con el profesor John Rawls, uno de los más importantes filósofos contemporáneos, la justicia, en tanto orden social, debe estar basada en el principio de imparcialidad. Lo que intenta transmitirnos quien fuera profesor de filosofía política en la Universidad Harvard es que si conducimos a su verdadera dimensión la conceptualización del contrato social, que está expuesta en Rousseau y que matiza la conceptualización kantiana, los principios de acuerdo o, con mayor precisión, de asociación, entre individuos libres son la base sobre la que se deben construir las leyes, si es que queremos que éstas efectivamente sean respetadas y no sean papel mojado, ya que, al final de cuentas, la ley no es otra cosa que la justicia organizada.
La última frase del párrafo anterior pertenece a Fréderic Bastiat, filósofo francés que hace ya casi 200 años tenía muy claro las bases de la justicia y el origen de las leyes; explicación que hoy nuestros destacados letrados todavía están buscando sin poder encontrar, porque ciertamente debe ser muy difícil encontrar algo en un lugar distinto al lugar donde se lo perdió o, peor aún, intentar encontrar algo que nunca se perdió.
Bastiat parte del axioma de que la vida es un don de Dios; sin embargo, la vida no se mantiene por obra y gracia de la naturaleza, como puede ser para el caso de una ostra que estoicamente acepta los alimentos y las desgracias que le vienen por albur; por el contrario, quien por gracia nos dio la vida ha dejado a nuestra responsabilidad y libertad el conservarla, desarrollarla y perfeccionarla, para lo cual nos ha regalado un conjunto de facultades, para que, a través de ellas, logremos cumplir con dicha tarea.
Siguiendo a Bastiat, la existencia, las facultades y nuestra capacidad de producción, que hacen del hombre un hombre, deben ser la base de toda la estructura de leyes que organizan la sociedad. En otras palabras, estos tres axiomas: el ser, el hacer y el tener, que se expresan en los derechos naturales de John Locke (derecho a la vida, derecho a la libertad y derecho a la propiedad), son anteriores y superiores a cualquier legislación humana.