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Pedir perdón

Dando una nueva muestra de respeto e inclusión, el papa Francisco reconoció que la Iglesia Católica debería pedir perdón a los homosexuales por haberlos marginado, así como a sus familias por no haberlas acompañado. “¿Quiénes somos para juzgar?”, interpeló. Mientras tanto, en Bolivia, algunos jerarcas de la misma Iglesia alentaron una marcha contra el reconocimiento de derechos de personas transgénero y transexuales. Algo está mal. Hay antecedentes. Hace siete años, cuando se convocó a referéndum para la aprobación de la Constitución Política, otros patriarcas de la fe católica, junto a pastores evangélicos, realizaron una intensa campaña contra el nuevo texto constitucional. Autodenominados “Iglesias unidas”, advirtieron que votar por el Sí en la consulta provocaría el cierre de iglesias, la prohibición de la Biblia y cosas peores. Mintieron. En las últimas semanas, a propósito de una avanzada Ley de Identidad de Género, celebrada hasta por Naciones Unidas, líderes religiosos convocaron a sus feligreses en defensa de la “familia natural”. A reserva del debate sobre tal concepción, su campaña alimenta la discriminación contra personas de la comunidad TLGB, que para las iglesias serían “anti-naturales”. El Papa debe estar contrariado y triste por tales expresiones de intolerancia y odio. Pidan perdón.