Espacio real y de flujos informáticos
Es innegable que toda ciudad debe entender a su habitante antes de seguir edificándose
La ciudad se ha ido edificando con transformaciones realizadas en el tiempo y el espacio urbano; sin embargo, en la actualidad el espacio público (el más importante del tejido urbano) es entendido en ciertas ciudades, por ejemplo, en las asiáticas, simplemente como el sitio construido y ocupado. Lo paradójico es que ese espacio de ayer constituido por grandes masas de población ya no existe, y el individuo que lo conformaba hoy es un ser solitario. Por ello, no se debiera desvirtuar el vivir y el hacer del actual hombre público en la ciudad real, ya que de alguna manera la vida de la calle o la plaza —ambos espacios públicos— enseñaron la coexistencia temporal con “el otro” en esos lugares. Esto porque ese espacio para todos motiva a tener una convivencia fértil entre desconocidos.
Es innegable que toda ciudad debe entender a su habitante antes de seguir edificándose, a fin de dotarle de una vida más plena y satisfactoria. Ese objetivo requiere interesarse en los nuevos tiempos que exigen el complementar la ciudad real con la ciudad comunicacional, ésa que se observa con la densificación de los medios y los flujos informáticos.
Nos referimos al ciudadano de urbes como La Paz, que no olvida fácilmente el espacio construido con cualidades vivenciales y menos deja de interesarse en ese lugar de identidad, recreacional e histórico. Sin embargo, llegará el momento en que ese mismo individuo tendrá que integrarse a la vida de la gran ciudad y a la comunicacional, de la cual sin duda ya forma parte gracias a la tecnología de las computadoras e internet, que han simplificado el esfuerzo de su trabajo y le han brindado nuevas formas de esparcimiento electrónico. Esta realidad demuestra que los flujos informáticos amplían los lazos de interconexión, y para ello no se requiere de ningún lugar de concentración corporal.
Tampoco se debe olvidar el contacto logrado a través de las redes sociales, que han conseguido invadir hasta los espacios políticos. Prueba de ello es WhatsApp, que con su sistema de mensajería hoy es el medio más útil para la conexión de ciudadanos en grupo. Empero, es preciso recordar que ese relacionamiento y enlace instantáneo es de carácter provisional y efímero. De ahí que el espacio real y el de los flujos informáticos no deben estar reñidos entre sí, todo lo contrario, ambos deben inspirar, el uno, a los constructores de las urbes a entender que los lugares de identidad y efervescentes espacios públicos requieren crecer en invención experimental y espacial, para no quedar solo en la memoria viva de esta urbe por el abandono y pérdida de arraigo de la población; y el otro, a buscar crecer como fuerza productiva y competitiva en tiempos de intercambio de información, por ejemplo, con un centro de servicios avanzados de internet, sin olvidar la vida del ciudadano interconectado.
Por último, ciudades como La Paz necesitan de una permanente reinvención de su valioso espacio público. Esto porque es indiscutible la percepción que se tiene sobre su potencial, el cual debiera evolucionar inyectándole nuevas significaciones; de otro modo, tendrá que ceder con los años la preferencia de la población al espacio informacional, pues este último no solo relaciona a la ciudad con la innovación, sino también a la ciudadanía con su capacidad de crear distintas y nuevas formas de enlace virtual; una gran revolución de la comunicación a distancia que, a fin de cuentas, forma parte de la era de la globalización y de la profunda reconfiguración de la sociedad.