Cánticos al ritmo de las RI ¡vida o muerte!
El rol de las reservas internacionales en el periodo neoliberal fue extremadamente protagónico.
Melancolía y nostalgia se ven en algunas almas seguidoras de la mano invisible. Recientemente, su amargura se trasladó en cánticos alegóricos e himnos pasionales a las reservas internacionales (RI). La disminución de las RI en 2015 los trasladó a lo más recóndito de sus recuerdos, donde bailaban al son de la devaluación y cantaban al ritmo de los mil millones de washingtones que atesoraba el Banco Central. Por aquellos tiempos de Dios, las RI jugaban un rol de vida o muerte, porque teníamos una economía sumergida en la dolarización y los gobiernos del pasado aspiraban a tener más y más dólares como medio para defender un sistema financiero vulnerable y altamente expuesto a corridas bancarias, llegando a ser las reservas internacionales uno de los pocos medios para enfrentar las crisis económicas.
Si hacemos memoria y retornamos a los años mozos del neoliberalismo, entre 1998 y 2005 las RI en promedio con suerte alcanzaban el 13% del PIB, cerca de $us 1.126 millones. Solo Dios sabe cuánto de estas reservas eran líquidas. En ese entonces la preocupación se centraba en cómo aumentar las RI. Lo que les obligaba a ser cariñosos hacia la odiada suegra que les prestaba recursos a cambio de rígidas condiciones, ya que eran la única fuente de financiamiento seguro para las importaciones, puesto que nuestra balanza comercial era crónicamente deficitaria y las reservas internacionales netas (RIN) no cubrían ni seis meses de importaciones, y esos escasos dólares debían competir con los elevados servicios de deuda externa, porque la economía se encontraba sobreendeudada. La deuda externa de mediano y largo plazo era aproximadamente 3,5 veces superior a las RI.
Por lo tanto, no es de extrañar que los economistas del pasado revivan en la caída de las reservas internacionales sus viejos anhelos y vicisitudes, y rindan plegarías a la amada moneda del imperio; ya que el rol de las RI en el periodo neoliberal fue extremadamente protagónico.
Actualmente, se denota una fuerte ambigüedad en su discurso, pues hace algún tiempo atrás se cuestionaba el alto nivel de RI, porque según estas almas neoliberales estábamos sobreasegurados y esto demostraría ineficiencia por una débil política fiscal y monetaria; pero en el presente los aludidos muestran una preocupación artificial por la utilización de las reservas. ¿Habría que preguntarles cuándo vamos a utilizar las RI?
En la actualidad las RI se encuentran en torno al 35% del PIB, un poco por debajo del alcanzado en 2015. Sin embargo, no debería ser un tema de preocupación, porque todavía se encuentran entre las más altas de la región y representan algo más de 13 meses de importaciones. Muy por encima de las que el FMI sugiere como aceptables de tres meses y no como alguien por ahí mencionó de seis meses. Por otro lado, la deuda externa de mediano y largo plazo apenas representa el 50% de las RI. Es decir que con las RI se puede pagar toda la deuda externa y aun así nos quedarían recursos.
La bolivianización de la economía es otro respaldo para utilizar las reservas internacionales. Como gran parte de los depósitos y créditos se encuentran en moneda nacional (83% y 96% respectivamente), los agentes económicos no necesitan dólares para realizar sus transacciones financieras, por lo que la acumulación de billetes verdes no es necesaria para estos fines. Este último logro nunca será aceptado por los “analistas” neoliberales que quedaron agarrotados por los avances de la economía boliviana.
En conclusión, frente a un escenario externo más adverso, parece completamente racional el uso de las RI, pues los colchones financieros acumulados en tiempos de superávits de la balanza comercial deben de ser utilizados en estos momentos, canalizando recursos que financien la inversión para que de esta manera se garantice el crecimiento sostenido de la economía boliviana.