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Dibujos de La Paz

I) Gastronomía del ch’uta buen diente:/ Api con llauch’as al abrirse el día,/ a las diez, dos salteñas elocuentes/ con buen café o con bicervecina.// El fricasé a servirse caliente/ para dar vaso a la cerveza fría. / Dulce o picante, al gusto del cliente/ de las cholas ch’amuña y ulupica.// El coctelito después de las doce, / un yungueño de tumbo que prepare/ el apetito para el glorioso jolke.// Humintas a las seis, ya que el sediento/ le pedirá al chuflay que no se tarde/ porque el tiempo en La Paz no tiene tiempo.

II) Nieve: qué audacia tiene la vida para imponer sus razones entre las crestas del viento a seis mil metros de altura. De la eternidad del liquen a la humildad de la ulala hay un asombro de hielo azul polar bajo el cielo y un airón de picaflores colorea una wiphala.// Piedra: el sol en el altiplano es un discurso guardado y un día hablarán las piedras de diez mil años de historia. Huyustus, Khunu, Thunupa, Wira, Kari, Chuquiago… ¡Qué dirán los aransayas del fulgor de Tiwanaku! ¡Qué dirán los urinsayas de los motivos del Lago!// Yunga: el firmamento y la tierra se separan en La Cumbre. Los ríos se hacen más fuertes en el declive yungueño, la naranja absorbe el oro del aire de Teoponte, el monte baila una saya cuando desviste a la luna y el cocal es un respiro de paz en el horizonte.// Ciudad: La Paz tiene esa estructura: su basamento es de piedra, su estoicismo es de liquen y su soltura, de yunga. Ciudad del sollozo y gloria de la majestad aymara, sin pulsación de sorojchis ni resquemores de olvido cuando se agranda en amores su corazón de pankara.// Pueblo: bastión de arena y kantuta La Paz no es ningún misterio desde la Ceja de El Alto. Sus señales están dadas: arriba un cielo cambiante, abajo un pueblo de fuego siempre dispuesto al combate si la historia no se mueve… y al frente, un dios vigilante en su trinchera de nieve.

III) Transcripción de un dictado a distancia: “Mordida de nostalgia mi alma pena, / ciudad de sombras y envés amarillo,/ el Illimani te impone su brillo/ frío y metálico en la luna llena.// Se asienta en tu altitud la gente buena, / en la chola mansión, el conventillo/ o el barrio audaz alzado con ladrillo/ en la ladera de pavor rellena.// Ciudad del sol mestizo y del sereno/ y de la rebeldía a grito pleno/ porque si así no fueras, te nos mueres.// Hay tanto que decir, tú lo sugieres,/ La Paz, y en tu confín pronuncio terso/ estos versos que son de tu universo”.