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¡Basta!

Una de las principales notas de la edición del domingo de El Deber abre con el siguiente titular: “Santa Cruz de la Sierra es el municipio con más pobres de Bolivia”. En el reportaje, escrito por el periodista Pablo Ortiz, se afirma que “la capital de la pujanza alberga en sus anillos a 220.000 pobres, 60.000 más que El Alto, más del doble que La Paz”.

El nivel de pobreza no solo debería ser medido por el acceso a la salud, educación y servicios básicos, sino más bien por las condiciones de vida de las personas, la calidad del ambiente en el que vivimos, el acceso a medios de esparcimiento y el goce de la naturaleza, entre otros. Está por demás claro que esto no está pasando en Santa Cruz de la Sierra, y quizás tampoco en otras ciudades del país. La capital cruceña produce la mayor cantidad de basura al día respecto al resto del país, cerca de 800 toneladas; cada habitante produce 1/2 kilo de basura, y el sistema de disposición de estos residuos es defectuoso, lo que da lugar a calles sucias y un ambiente poco sano.

Respecto a la cobertura de bosques urbanos, la situación no es alentadora, según datos del Mapa de Deforestación publicado en 2013 por la Fundación Amigos de la Naturaleza; en los últimos años la ciudad ha perdido el 84% de las aproximadamente 126.000 hectáreas de cobertura boscosa que el municipio tenía en el pasado. Nos estamos convirtiendo en una selva de cemento sucia y desordenada, sin espacios urbanos para el esparcimiento y el desarrollo integral del ser humano.

El crecimiento desordenado y sin planificación está llevando a que todos los habitantes de la “pujante” ciudad de Santa Cruz seamos cada vez más pobres, y no solo materialmente, sino espiritual e integralmente. Está por demás claro que las leyes y políticas públicas son insuficientes. El Gobierno Municipal no mira el mañana, mira el hoy, ese hoy desesperado por una fachada bonita; cuando en realidad quienes cobrarán la factura de semejantes errores serán los hijos y nietos de quienes hoy están sentados en el curul municipal.

¡Ya estuvo bueno! Es momento de decir “basta”. Debemos caer en cuenta que el daño a nuestra Madre Tierra es más lapidario que una pobreza extrema, reflejada en el “acceso a algo”. Si bien la educación es la mejor manera para lograr cambios positivos en la población, el sentido común también nos alerta que si algo está mal, no hay que seguir haciéndolo. Si nos damos cuenta de que la basura nos está ahogando, si vemos que los bosques urbanos son necesarios para una vida más digna, entonces no sigamos como hasta ahora. Dice el dicho que la ciudad tiene los gobernantes que se merece, yo pienso que Santa Cruz no se merece tanta pobreza ambiental, y más aún esa que se menciona como “pobreza extrema”.