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Adiós, María Luisa…

/ 30 de julio de 2016 / 04:00

Es muy difícil escribir sobre personas queridas que se van de este mundo. El año pasado se fue el poeta Rubén Vargas, y hace unos días su querida compañera María Luisa Talavera Simoni. Sí, esa educadora chaqueña que quedó enamorada de las tierras andinas y su gente. Sin el mayor ánimo de ser exhaustivo, deseo recordar algunas vivencias con María Luisa para que siga viviendo entre nosotros.

Recuerdo que nos conocimos a principios de los 90 en El Alto. Ella trabajaba en una ONG que apoyaba temas educativos, y yo también me ocupaba, en otra ONG, de temas similares. Ambos estábamos imbuidos en las ideas de la educación alternativa, crítica, popular… para enumerar algunos términos de moda en esa época.

Le interesaba mucho entender el mundo aymara rural, aunque ya estaba aprendiendo de los aymaras urbanos de El Alto, elaborando una suerte de investigación aplicada en varios establecimientos educativos de esa ciudad. En cambio yo trabajaba con comunidades rurales con jóvenes y adultos. Fue propicio intercambiar publicaciones recientes o debates sobre los temas mencionados. También nuestras conversaciones giraban sobre la antropología, pues ella hace poco había realizado un posgrado en el Departamento de Investigaciones Educativas del Instituto Politécnico Nacional de México y yo estaba a punto de hacerlo.

Después de mi prolongada estadía fuera del país nos volvimos a ver. Yo iniciaba mi actividad docente en la UMSA y ella también. En esta etapa nos interesaba intercambiar ideas sobre diversos métodos de investigación, como la etnografía aplicada al área educativa. También conversábamos sobre aspectos histórico-comunales, como la experiencia de las escuelas clandestinas aymaras de los años 20 en regiones como Jesús de Machaca, entre otras. Pero sobre todo le fascinaba la experiencia educativa desarrollada a finales de los años 20 y principios de los 30 por el pensador y educador aymara Eduardo Leandro Nina Quispe. En tal sentido seguía los trabajos sobre educación y memoria oral del Taller de Historia Oral Andina (THOA), así como los míos que comenzaban a publicarse por diferentes medios escritos. En una ocasión me invitó a un conversatorio sobre Nina Quispe en la materia que dictaba en la carrera de Ciencias de la Educación de la UMSA. En esa oportunidad me impactó que María Luisa se pusiese como una más de las alumnas, tomando nota de las cosas que decíamos. Así de sencilla era nuestra amiga.

Posiblemente nuestro punto de encuentro fue ser colegas que escudriñaban varias disciplinas, como la sociología, la antropología, la historia, aplicadas al quehacer educativo. Nuestra última conversación tuvo lugar en las instalaciones del Instituto de Estudios Bolivianos (IEB), dependiente de la Facultad de Humanidades de la UMSA, en su calidad de directora. Ahí me contó varios pasajes de su vida en el Chaco boliviano y su llegada a La Paz. En aquella ocasión le comenté sobre un escritor tarijeño hoy casi desconocido, Federico Ávila, y mi interés de investigar su pensamiento para estos tiempos. Se interesó mucho sobre el tema y me propuso que presente el proyecto de investigación al instituto; pero averiguado el caso, no era posible, pues yo no soy parte de la Facultad de Humanidades, como exigía uno de los requisitos para la postulación. Y en tono de bronca me dijo: “Son mezquindades académicas” y particularmente de la UMSA.

También me hablaba de Julián, su hijo adorado. ¡Fuerza y valor a Julián!, así es la vida y hay que seguir adelante. María Luisa hoy ya estarás con Rubén. Adiós amiga y colega. Ma suma kullakawa sarawayxi aka uraqita, wiñayatakiwa sarxi. Uka chhaqtawixa wali llakisiyitu jichurunxa.

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¿Expropiación de la ‘ch’illkha’?

/ 26 de marzo de 2016 / 04:00

Hace unos días escuché la noticia de la aparición de un producto llamado Chillkaflam, aunque su escritura correcta sería Ch’illkhaflam, pero son las arbitrariedades de gente que no se preocupa por escribir correctamente. Se dice que es resultado de un convenio de “investigación científica” suscrito entre la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA) y la Empresa de Laboratorios Farmacéuticos (Lafar) de Bolivia hace varios años. El corolario es una crema de ch’illkha, un producto natural elaborado a partir del extracto de la planta medicinal andina (hasta ahora usada por los pueblos aymara, quechua y uru) con propiedades antiinflamatorias y analgésicas.

Investigando un poco encontré que se trata de un trabajo desarrollado por un equipo multidisciplinario de investigadores de la UMSA cuyos resultados están en el libro De la planta al medicamento. Sin embargo, éste se comercializa en internet por $us 96  en Amazon y sus similares. En la sinopsis de la presentación del texto figuran como autores Giovanna Rocío Almanza Vega y Lily Salcedo Ortiz, y se dice que es un “producto de varios años de investigación para conseguir el desarrollo de un producto fitoterapéutico (crema antiinflamatoria de Baccharis latifolia Chilca) con el respaldo científico-clínico necesario para asegurar su calidad, inocuidad, eficacia y desarrollo sostenible”. En su contenido se enfatiza la importancia del “conocimiento tradicional”, la identificación morfo-anatómica, el estudio químico, farmacológico y toxicológico a nivel preclínico y clínico, para el desarrollo de un producto fitoterapéutico; además de investigaciones sobre el hábitat y reproducción de la especie vegetal, necesaria para garantizar “el desarrollo sostenible del producto”.

Es loable el esfuerzo de los institutos de investigación de la Facultad de Ciencias Puras y Naturales y de la Facultad de Ciencias Farmacéuticas y Bioquímicas de la UMSA, seguramente con biólogos, botánicos, agrónomos, físicos, químicos, bioquímicos, farmacéuticos, médicos y ¿antropólogos, sociólogos? de varios institutos científicos de la UMSA, con el apoyo de instituciones extranjeras como la Agencia de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) de España, la Agencia Sueca de Cooperación Internacional para el Desarrollo (ASDI), la Organización de los Estados Americanos (OEA) y Lafar.

Lo que no se menciona en la información es el grado de participación de las comunidades andinas (aymaras, quechuas  y urus), específicamente ¿qué comunidades participaron? o ¿a qué municipios pertenecen las comunidades que apoyaron al estudio? Esto, teniendo en cuenta que es parte del “conocimiento tradicional” de los pueblos citados. Además, ¿no participó el Viceministerio de Medicina Tradicional en la investigación? En fin, preguntas básicas que quedan sin aclarar.

Lo que me extraña es la política de comercialización adoptada por la UMSA, y específicamente de las facultades aludidas. ¿Por qué entregaron la comercialización se ese producto a una empresa como Lafar, sabiendo que es una compañía privada capitalista con afanes de lucro como cualquier firma de esta naturaleza?,  ¿por qué ayudó en la investigación? En su página web, Lafar dice que es una “sociedad anónima comercial y de producción”, que cuenta con oficinas comerciales en casi todos los departamentos del país, además de exportar sus productos al Perú. ¿En manos de quién queda la propiedad intelectual de la ch’illkha? ¿Pasó a manos de la UMSA o de Lafar? Para mí es errónea la política de comercialización adoptada por las facultades mencionadas. Pues un servicio a nuestro pueblo sería que después de investigar, la misma UMSA comercialice el producto medicinal a un precio accesible. Lafar no hará eso, le interesa sacar utilidades a su inversión en la investigación. Ch’illkha laphixa, yaqhan amparunakaruwa puri. Jupanakax qullqi juk’uchañakiw amtapxi.

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Mar para Bolivia… y diplomacia de los pueblos

/ 15 de marzo de 2014 / 04:30

Mar para Bolivia…! ¡Mar para Bolivia…! Es el estribillo que escuchamos en 2006 en Santiago de Chile en un recinto abarrotado por los movimientos sociales solidarios con Bolivia, cuando el presidente Evo Morales estuvo de visita, y lo mismo oímos el pasado miércoles en ocasión de la asunción presidencial de Michelle Bachelet. En Chile, las organizaciones sociales son los sindicatos, los movimientos indígenas, activistas sociales, partidos de izquierda, intelectuales críticos y artistas, entre otros. En  2006 se inició el tejido de las nuevas relaciones de confianza mutua entre los pueblos de Bolivia y Chile, mediante actividades políticas, culturales y académicas, luego insertas dentro de la agenda bilateral de los 13 puntos.

Desde nuestro país, se denominó a las relaciones con las organizaciones sociales del mundo “diplomacia de los pueblos”, y luego “diplomacia de los pueblos por la vida”, conceptos nuevos y acuñados en Bolivia para el mundillo conservador de las relaciones internacionales. La diplomacia de los pueblos es entendida como otra manera de relacionarse entre los pueblos de diferentes países, dejando de lado muchas formalidades, obstáculos y protocolos, para conocerse mejor y discutir temas y problemas del mundo, y así poder aportar a las soluciones con planteamientos provenientes de los pueblos en beneficio de la Humanidad.

¿Por qué no se continuó con la senda abierta por el presidente Morales y el canciller Choquehuanca de la diplomacia de los pueblos? ¿Por qué no se hizo de ésta una política del Estado Plurinacional? Al ver las imágenes transmitidas por el canal estatal recordé algo similar que ocurrió en 2006. Una de las acciones concretas fue la realización del primer encuentro de academias diplomáticas de Bolivia y Chile, realizada primero en Santiago y luego en La Paz, donde por primera vez nuestros estudiantes de la diplomacia se miraron cara a cara y se abrazaron para conocerse mejor, como punto de partida para iniciar nuevas maneras de relacionamiento, buscando superar viejas susceptibilidades y atavismos generados entre nuestros países. Pero no solo eso, desde la Cancillería boliviana se inició con la formación de artistas para el desempeño de la diplomacia cultural fuera del país. Se efectuaron varias promociones, que lamentablemente quedaron truncas, pues en el Ministerio de Relaciones Exteriores dejaron de creer en esas políticas de descolonización de la diplomacia. La falta de políticas estatales de continuidad con las políticas de la diplomacia de los pueblos han impedido la sistematización y el desarrollo de esta nueva diplomacia en los círculos intelectuales y académicos, particularmente en las relaciones internacionales. Es una pena que la diplomacia de los pueblos esté languideciendo poco a poco no solo en la práctica y en la teoría, sino también en la misma retórica de la Cancillería. Después de la primera presidencia de Bachelet, sabíamos que al expresidente ricachón (Piñera) no le interesaba relacionarse con nosotros; pero, ¿por qué se abandonó el relacionamiento con los movimientos sociales? Esta actividad hubiese permitido ganar mayor espacio en la comprensión y solidaridad con nuestra reivindicación marítima. El tiempo perdido no se recuperará jamás, aunque ahora se reabre una nueva etapa para seguir tejiendo las relaciones de confianza entre las organizaciones sociales. Es importante que algunos ministerios, como el de Exteriores y el de Educación, e incluso las universidades estatales, puedan acompañar a la labor del presidente Morales y del Canciller, para seguir abriendo más puentes en la diplomacia de los pueblos. Jach’a larama qutasaruxa kutt’añasawa.

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