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2 de agosto: 85 aniversario de Warisata

Hay temas que a lo largo del tiempo nos acosan sin tregua y terminan pareciéndose a nuestra propia sombra. En mi caso uno de ellos, ya se sabe, es el de la guerrilla de 1967, por una serie de razones que con frecuencia reitero. Pero afortunadamente no es el único tema que me persigue. En mis primeras incursiones al mercado de libros usados de San Francisco descubrí, a fines de 1964, Warisata: la escuela ayllu de Elizardo Pérez. Un modesto libro editado con los recursos del autor y el aporte de los comunarios que protagonizaron la fulgurante experiencia. Su lectura me dejó una marca indeleble no solo por su importancia pedagógica y sobre todo política, sino también por el ejemplo de perseverancia e inquebrantable voluntad para vencer las trabas hostiles que tenían al frente sus principales animadores, el propio Elizardo y su compañero de lucha, Avelino Siñani.

Quedé asombrado por el desconocimiento que en el país existía sobre Warisata. Maestro con que me topaba era sometido a un implacable interrogatorio: ¿qué sabes tú de Warisata? Y la amarga respuesta era siempre la misma: nada, o casi nada. Expulsado en noviembre de 1980 por “extremista suversivo” (eso decía el enorme sello rojo en el salvoconducto que hacía de pasaporte), tuve la suerte de encontrar en el exilio mexicano al dirigente de los maestros rurales José Quiroga Layme, quien se había dado modos para llevar consigo a tierras tan lejanas un ejemplar del libro de Elizardo. Y sin tener a mano ninguna otra fuente de consulta, escribí una apasionada reseña interpretativa con motivo del medio siglo de su creación (2 de agosto, 1931-1981). Material que he publicado en los últimos 35 años cerca de una docena de veces, con las actualizaciones y complementaciones de rigor (la última en La Razón, en agosto del pasado año).

René Zavaleta se entusiasmó con el tema, se mandó hacer una fotocopia del libro prestado por Quiroga y publicó mi reseña en la primera y única edición de la revista Bases: expresiones del pensamiento marxista boliviano.

En 1990, en mi accidentado paso por la dirección de Canal 13 TVU, en complicidad con Mariano Baptista, entonces ministro de Educación, se elaboró un video sobre Warisata, tarea que llevó adelante Martha Sardón y que por pura suerte ella misma ha recuperado una copia de los siempre desorganizados y saqueados archivos audiovisuales.

Al cumplirse el aniversario 60 de Warisata, impulsamos una sesión conmemorativa en el auditorio de Khana, con la presencia de Jael Oropeza, esposa de Elizardo; Tomasa Siñani, hija de Avelino; y Carlos Salazar Mostajo, celoso guardián de la obra de Warisata. Infortunadamente al parecer no ha quedado registro ni de audio ni de imagen de aquella inolvidable jornada. Y lo más triste es que poco tiempo después se perdió el riquísimo cofre de los recuerdos de Jael Oropeza, víctima de un fatal accidente.

Vivimos otros tiempos y otros son los desafíos. Un conjunto de políticas de Estado se reconocen ahora como inspiradas en Warisata. Es momento de evaluar colectivamente si el actual modelo educativo “socio-comunitario y productivo”, diseñado con el horizonte warisateño, está contribuyendo como debiera a transformar el país y a descolonizar las mentes. Es hora de seguir investigando y difundiendo la obra de Warisata. Pero también es necesario proteger y restaurar las instalaciones originales, pues estarían en riesgo de ser avasalladas por desprevenidos “modernizadores”. El sitio donde descansan los restos de Avelino y Elizardo merece el mayor de los respetos y debería ser un foco de irradiación cultural para toda Bolivia.