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El mundo puede aprender de América Latina

Cuando asumí el cargo de director ejecutivo del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) en junio, sabía que tenía una gran cantidad de desafíos ambientales por delante. Desde las zonas polares a las tropicales, desde las tierras sin salida al mar a las áreas costeras, países y comunidades de todo el mundo se están haciendo esta pregunta: ¿cómo protegemos el medio ambiente a la vez que hacemos crecer nuestra economía? Por mucho tiempo la prosperidad ha supuesto saquear el planeta. Ya no más. Esta pregunta tiene ahora muchas respuestas. Nuestros problemas ambientales tienen soluciones.

Como líder de la autoridad mundial sobre el medio ambiente, soy testigo de primera mano de las experiencias de las naciones y personas de todo el mundo que están protegiendo y aprovechando la naturaleza de forma sostenible para impulsar la economía. Parte de mi trabajo es ayudar a compartir y promover lo que funciona, para que todo el planeta se beneficie. En América Latina hay muchos ejemplos de lo que está funcionando. Por esta razón vengo a esta región como parte de una de mis primeras visitas oficiales.

Mi primera parada será en Panamá el 1 de agosto, donde se ha creado una red nacional universitaria para la sostenibilidad ambiental. Luego iré a Costa Rica, que el año pasado logró que la totalidad de su electricidad provenga de fuentes renovables. Por último visitaré Brasil, donde la acción centralizada del Gobierno ha reducido la deforestación en la Amazonía en un 76%. Éstos son, sin duda, ejemplos para la región y el mundo. Lo que no quiere decir, sin embargo, que América Latina esté exenta de problemas y desafíos.

La región es responsable de menos del 10% del total mundial de emisiones de gases de efecto invernadero; sin embargo, dos tercios de sus agricultores son muy vulnerables al impacto del calentamiento global. En las ciudades, que albergan más del 80% de la población de la región, la contaminación del aire y el hacinamiento en el transporte están dañando la salud y la productividad.

Me alienta que muchos países de la región ya están buscando soluciones. Tomemos las emisiones como un ejemplo. Varios países ya están transitando hacia las energías renovables. Costa Rica es solo un caso. Todas las nuevas licitaciones de generación de electricidad desde 2013 en Brasil y Uruguay han sido otorgadas a tecnologías de energía solar y eólica. Tengo la esperanza de que más gobiernos latinoamericanos abracen este apetito por las energías renovables y se conviertan en un ejemplo regional para el mundo.

En la agricultura, Colombia y Perú han utilizado mecanismos innovadores de financiación del sector privado para ayudar a más de 4.000 pequeños agricultores a tener acceso a fondos y tecnología que puedan utilizar para fortalecer su resiliencia ante el cambio climático. Si fuera expandido en toda la región, este enfoque podría apoyar a casi 12 millones de pequeñas propiedades. En todo el mundo, los beneficios podrían ser enormes. ¿Puede América Latina ser la vitrina global de este éxito?

Compartir es también una vía de doble sentido. Estoy feliz de ver que América Latina no tiene miedo de adoptar soluciones del resto del mundo. En Noruega, uno de cada cuatro vehículos es eléctrico, mientras que en China se utilizan 200 millones de bicicletas eléctricas. El PNUMA está trabajando con los gobiernos de toda la región para apoyar una transición más amplia hacia los vehículos eléctricos, que reducirá la dependencia de los combustibles fósiles y mejorará la habitabilidad.

Todos nuestros desafíos ambientales son problemas comunes. No son solo para un país o región. Espero poder ayudar a compartir la experiencia de los países de América Latina con el mundo, y viceversa, para asegurar que todos se beneficien de un ambiente protegido y de economías prósperas.