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Burkini vs República

Continúan la polémica y las acciones legales en torno al derecho y la libertad de las mujeres para acceder a las playas francesas con burkini o cualquier prenda que denote “pertenencia religiosa” (sic). En la más reciente intervención, el Consejo de Estado del país europeo revocó las disposiciones municipales que vetaban el uso del burkini e incluso impusieron multas.Un principio fundamental del Estado de derecho es el respeto pleno a las libertades fundamentales de las personas, esto es, la libertad de expresión, de conciencia, de ir y venir sin restricciones. Solo podrían limitarse algunas libertades, excepcionalmente, cuando existan “riesgos probados” sobre el orden público. Empero, cerca de 40 intendentes locales en Francia consideran que vestir burkini en una playa constituye “proselitismo religioso” y, por tanto, lo penalizaron y prohibieron.

La medida ocasionó reacciones y debates en diferentes niveles de la sociedad francesa. No deja de ser sintomático que hasta el primer ministro de la izquierda gobernante, Manuel Valls, dijera que “comprende” las prohibiciones, avalándolas. En tanto el expresidente conservador Nicolas Sarkozy llegó a sostener, alentando mensajes de miedo, que las mujeres con burkini “están probando la resistencia de la República”. Otras autoridades, en especial mujeres, se alinearon del lado de las libertades.

El absurdo prohibitivo dio la vuelta al mundo tras difundirse una imagen que muestra cómo varios policías obligan a una mujer musulmana a quitarse la camisa en una playa en Niza, a tiempo de imponerle una multa. Otras mujeres fueron multadas o expulsadas de playas francesas por llevar velo. Contra esos abusos en un ayuntamiento se pronunció el Consejo de Estado, señalando que constituye “un daño grave y manifiestamente ilegal” contra las libertades fundamentales. El fallo sentó jurisprudencia.

La polémica continúa y se aviva. ¿Un traje de baño que solo deja descubiertos la cara, las manos y los pies es una provocación o, peor, un “proyecto político”? ¿Si una mujer musulmana accede a una playa con burkini, está alterando el orden público? Más extremo aún, desde la ultraderecha: ¿las mujeres que, por apego a una creencia religiosa, cubren sus cuerpos hacen proselitismo, expresan “las amenazas islamistas” y “quieren hacer retroceder a la República”? Así las cosas en el siglo XXI.

A reserva de lo que siga ocurriendo en las playas en torno al burkini, lo más preocupante es que el tema, gatillado por la precoz campaña para las elecciones presidenciales, aliente una retórica xenófoba respecto a “la identidad nacional amenazada”, el tema de la religión versus la laicidad y la cuestión del islamismo en la sociedad multicultural francesa. Ojalá que el respeto por el otro y las libertades sean más fuertes que prohibiciones absurdas alentadas por incomprensiones, miedos y odios.