Emprender e innovar sin límite de edad
Los adultos mayores poseen un valioso capital humano que pueden utilizar para impulsar proyectos.
El 26 de agosto se recordó el Día de las Personas de la Tercera Edad en el país, fecha que fue aprovechada por el Instituto de Investigaciones Sociales (IDIS) de la UMSA para publicar el estudio Dimensiones demográficas del envejecimiento en Bolivia, que consigna cifras reveladoras: el número de personas mayores de 60 años en el país es de 878.012, que representan el 7% de la población boliviana y se concentran principalmente en el área urbana del eje central; la esperanza de vida es de 68 años, el promedio más bajo de Latinoamérica; el ritmo de envejecimiento es muy alto (3,7% por año), y de mantenerse, este sector de la población se duplicará y llegará a 1,7 millones para 2031. De acuerdo con el director del IDIS, René Pereira Morató, gran parte de esta población se siente discriminada porque se los considera “obsoletos”; y agrega que si no fuera por el bono Dignidad, “engrosarían las filas de la pobreza extrema”.
Este sector de la población constituye un importante capital que tiene el país, y si aprendemos a valorarlo y aprovecharlo se puede convertir en una gran ventaja. En efecto, son muchos los que aún después de los 65 años se encuentran activos y con deseos de trabajar, producir y crear. Ellos poseen un valioso capital humano, así como conocimientos y competencias que han acumulado a lo largo de su vida que pueden utilizar para impulsar proyectos y negocios. Además de una amplia experiencia y una extensa red de contactos, por lo general saben administrar su tiempo y dinero, medir riesgos, trabajar en equipo, escuchar, toleran el fracaso, sienten pasión por lo que hacen, tienen una creatividad aplicada a la realidad, capacidad de resolución a la hora de hacer nuevas cosas, entre otras virtudes.
Sin embargo, los ecosistemas de emprendimiento generalmente están diseñados para apoyar a los jóvenes; pero se podrían desarrollar programas destinados a personas de la tercera edad tomando en cuenta todas las cualidades antes mencionadas, permitiéndoles iniciar una iniciativa emprendedora y a la vez dejarían de sentirse discriminados por la sociedad. Para ello hace falta encontrar nuevos espacios que satisfagan sus necesidades de estar informados, aprovechando la tecnología, que puede contribuir a monitorear su salud, mantener sus hábitos de entretenimiento, manejar sus finanzas, viajar y estar conectados con familiares y amigos.
Un plan competente para el emprendimiento del adulto mayor debe considerar áreas esenciales como una sensibilización que les ayude a despertar el espíritu emprendedor que llevan adentro y a desarrollar talentos y competencias necesarios a la hora de emprender; capacitación que les proporcione herramientas para la construcción de modelos y planes de negocio, prototipos de productos, etc.; un área de apoyo para la incubación y creación de nuevas empresas y, finalmente, financiamiento para capital semilla y de arranque.
Adicionalmente, para contrarrestar las principales causas del atraso tecnológico y olvidar el viejo adagio “perro viejo no aprende nuevos trucos”, es imprescindible desarrollar un programa de capacitación en tecnología especializada en adultos mayores, con cursos y talleres de alfabetización digital e informática, talleres de información para el uso de dispositivos electrónicos, que estén diseñados para el empleo de este sector, como pantallas y botones más grandes.
Para la actriz Jane Fonda, la tercera edad es el “tercer acto de la vida”, una época donde es posible alcanzar la “ascensión del espíritu humano, la integridad, autenticidad y sabiduría”; y en ese camino, a través del emprendimiento-innovación, hay muchos adultos mayores que se realizarán y encontrarán la felicidad.