Mirlos blancos en Brasil
‘Lo realmente importante no es llegar a la cima, sino saber mantenerse en ella’. (Alfred de Musset).
Cuando el escritor francés Alfred de Musset redactó Histoire d’un merle blanc (Historia de un mirlo blanco) creó dos “etiquetas conceptuales” que personifican actitudes: mirlo blanco identifica en el imaginario tanto “a querer ser lo que no se es” como “a lo que tarde o temprano se descubre” (el mirlo es un ave de plumaje negro en los machos y marrón oscuro en las hembras); e historia de un mirlo albino, cuando la lluvia descubre el enharinado de su amada mirla que quería aparentar ser única y diferente y le provoca una gran decepción y pena. Decepciones y penas como las que produjeron los muchos escándalos de corrupción del Partido de los Trabajadores (PT) entre 2003 y 2011, época que estuvo en el gobierno primero con Luiz Inácio Lula da Silva y luego con Dilma Rousseff; por ejemplo, el pésimo manejo de la economía, unido a la falta de carisma de la exmandataria brasileña (la aprobación de Rousseff en sus dos últimos años presidenciales estuvo entre 9 y 10%).
Y si esto pasaba, ¿por qué fue reelegida? La respuesta es sencilla: la Administración Lula da Silva había sacado de la pobreza (aunque no importaba si era con un esquema rentista) a un alto porcentaje de población. En octubre de 2014, Rousseff ganó el balotaje con el 51,64% de los votos (solo 3,28% más que su oponente), en buena medida con votos de las ciudades (base obrera) y de la mayoría de los estados que registraron una elevada incidencia con el programa Bolsa Familia.
Entonces, ¿por qué tan baja popularidad? Los dos últimos años de la Administración Rousseff (el último del primer gobierno y lo que duró el segundo) tuvieron la conjunción de factores muy negativos. Uno de ellos fue la corrupción estructural que fue institucionalizada por el PT desde la ascensión de Lula da Silva con el Mensalão (para la compra de votos y adhesiones congresales en 2005); pasando por la Máfia dos sanguessugas (compras fraudulentas de 1.000 ambulancias en 2006), y Mensalão do DEM (Operação Caixa de Pandora, corrupción en el Distrito Federal en 2009); hasta llegar a la operación Lava jato (coimas y sobreprecios en Petrobras), entre otros, colmaron la indignación ciudadana contra la corrupción (similar a la que impulsó el impeachment contra Fernando Collor de Melo en 1992 y su posterior renuncia). Unido a esto, la caída del PIB brasileño en -3,8% en 2015, y que en el primer trimestre de 2016 ya acumuló un retroceso de -5,4% de caída en una economía apoyada en un esquema rentista y dependiente principalmente de exportaciones de commodities a China y otros países y con baja productividad.
¿Fue legal el impeachment contra Rousseff? La Presidenta y su equipo tuvieron desde diciembre de 2015 para rebatir las acusaciones sobre violaciones a la Ley Presupuestaria y a la Ley de Probidad Administrativa, incluyendo las votaciones en abril en la Cámara de Diputados, y en mayo en el Senado para continuar el proceso y, desde mayo hasta agosto, en la Cámara Alta, cuando, durante 14 horas seguidas, Rousseff presentó su defensa y respondió las preguntas de los senadores, quienes terminaron destituyéndola con 61 votos a favor (de 54 necesarios) y 20 en contra, por crímenes “de responsabilidad”.
¿Fue un golpe de Estado? Definitivamente no, porque los juzgantes, elegidos por votación popular, se apegaron a la Constitución brasileña. Rousseff fue ministra de Minas y Energía y presidenta del Consejo de Administración de Petrobras durante los años de la corrupción descubierta. ¿Faltarán más novedades?