El primer domingo de septiembre, como manda la Ley 150, se realizó en el país el Día del Peatón y del Ciclista, suscitando diferentes opiniones en la ciudadanía. A su vez, los gobiernos locales organizaron ese día diferentes actividades ambientalistas, deportivas y lúdicas, que permitieron el disfrute de la gente de calles y avenidas, espacios públicos ordinariamente apropiados por el vetusto parque automotor nacional, que ha crecido de manera impresionante en los últimos años. Reconociendo de manera general el éxito y los límites propios del Día del Peatón, también debemos referirnos a la agenda política pendiente para lograr ciudades ambientalmente más saludables, en particular las políticas referidas al aire que respiramos.

¿Qué pasa los otros 364 días del año? La calidad del aire en las ciudades de Bolivia se ha deteriorado en los últimos años, principalmente en los parámetros referidos a las concentraciones de partículas PM10 (llamadas así por medir menos de 10 micras de diámetro) o menores. Estas partículas provienen principalmente del polvo y la combustión de los vehículos, que en Bolivia aportan entre el 80 a 90% de la emisión de gases según diferentes estudios. Los peores niveles de contaminación se registran de mayo a octubre, debido a los aportes del polvo y las cenizas de los chaqueos y la celebración de San Juan.

Entre los avances cabe mencionar la instalación, desde hace 15 años y de manera paulatina, de redes de monitoreo de la calidad del aire (red MONICA) en todas las ciudades capitales del país, excepto Cobija, gracias al apoyo de la cooperación suiza. En el ámbito nacional también cabe resaltar la prohibición de la importación legal de vehículos usados-chatarra, aunque lamentablemente persiste el contrabando de este tipo de motorizados. Por otro lado, desde la Contraloría General del Estado se han desarrollado auditorías ambientales de la contaminación del aire en las ciudades del eje, Tarija, y ahora en Sucre. Estas auditorías permiten elaborar planes de trabajo de cumplimiento obligatorio por parte de las alcaldías y gobernaciones.

Entre los avances también hay que reconocer la elaboración de los programas municipales de transporte (Promut) que ya varias ciudades han desarrollado. Estos programas plantean de manera general un cambio no menor para los próximos años: priorizar el desplazamiento peatonal en las ciudades. Esto implica trabajar en la peatonalización de plazas, ensanchamiento de aceras, rampas para sillas de ruedas, mayores restricciones para lograr la disminución de la circulación de vehículos particulares y públicos por los centros históricos, la creación de parqueos municipales pagos y prohibiciones al estacionamiento libre en los congestionados centros. Algunas de estas acciones ya pueden verse en tímidas acciones de implementación en varias ciudades capitales.

Las competencias y responsabilidades del control del parque automotor nacional están actualmente discutiéndose con dos proyectos de ley de transporte, uno inclinado a perpetuar el trabajo de la Policía Nacional en este ámbito, y otro que plantea competencias municipales subnacionales y nacionales, que permitirían la implementación de centros de revisión técnica vehicular municipales, muchos de ellos en construcción o en etapa de pilotaje que requieren urgentemente la aprobación de la mencionada normativa. Como se puede observar, Bolivia enfrenta una novísima problemática por resolver, instalada en el país en los últimos 20 años y que requiere grandes esfuerzos políticos y sociales que la población ya reclama.