Llegó el ajuste
Las expectativas son que el precio del petróleo oscile entre $us 50 y 60 el barril en los próximos años.
Hace cuatro años en esta columna manifesté que apostar por el retorno a un modelo centrado en la exportación de materias primas era muy riesgoso, más aún cuando éstas se exportan a reducidos mercados, como es el caso del gas, porque el éxito de esa apuesta depende de variables no controlables por un gobierno, como su precio y la situación económica y decisiones de los gobiernos de los países que son sus mercados.
En 2015, debido a la caída del precio del petróleo, las exportaciones de hidrocarburos se redujeron en términos de valor en un 39% respecto a lo que se exportó en 2014, lo que implicó que al país dejen de ingresar más de $us 2.600 millones. A junio del presente año, las exportaciones de hidrocarburos se redujeron un 50% respecto de lo exportado a junio de 2015 ($us 1.200 millones menos de ingresos y $us 2.400 millones menos respecto de lo exportado a junio de 2014). A ese ritmo, este año el país recibiría por las exportaciones de hidrocarburos menos de $us 2.000 millones de lo que recibió en 2015 y menos de $us 4.000 millones de lo que recibió en 2014. Por otra parte, recientemente se difundió que el nuevo Gobierno de Brasil estaría evaluando reducir a la mitad el volumen de gas que actualmente se exporta una vez concluya el contrato vigente hasta 2019. Si bien las nuevas autoridades de gobierno brasileñas aún no han manifestado una posición oficial al respecto, es evidente que el tema está sobre el tapete.
En lo que va del año, el precio del barril del petróleo ligero (WTI), que se utiliza como referencia para las exportaciones de gas, ha oscilado entre $us 26 y $us 51 ante datos cambiantes respecto de los niveles de producción e inventarios y expectativas también cambiantes sobre el comportamiento de la demanda, a consecuencia de las perspectivas de debilidad de la economía mundial. Si bien ante esta volatilidad del precio del crudo es posible que los países productores que son miembros de la OPEP y los que no son, como Rusia, logren finalmente un acuerdo en lo que resta del año para limitar los niveles de producción a fin de apuntalar y estabilizar el precio, es poco probable que el barril del WTI supere los $us 60, ya que de hacerlo, varias operaciones de explotación no convencional situadas en Estados Unidos y Canadá se volverían rentables, lo que podría generar nuevamente una sobreoferta. Las expectativas son, entonces, que el precio del WTI se mueva en un rango de entre $us 50 y $us 60 el barril en los próximos dos años.
Al haber apostado nuevamente a las exportaciones de materias primas (en realidad de una que se exporta a dos mercados) y no aprovechado los años de bonanza para diversificar el sector productivo y la oferta exportable, las políticas económicas y los presupuestos de los distintos niveles de gobierno tendrán que ajustarse a la nueva realidad de los precios del petróleo, que podrían ser mejores que los registrados en el presente año, pero muy inferiores a los registrados en los años pasados. Deberán ajustarse, además, considerando las limitaciones que se podría enfrentar para contraer deuda externa a fin de financiar crecientes déficits fiscales, ante la posibilidad de que la capacidad de repago del país se reduzca significativamente si no se cuenta con reservas suficientes de gas para renovar el contrato con Brasil a los volúmenes de exportación actuales, o si dicho país finalmente decide contratar menores volúmenes.