El Che, 49 años es nada
Desde el asesinato del Che, la CIA aprendió a disparar al rostro de su enemigo para desfigurarlo.
Cuando fue asesinado, el 9 de octubre de 1967, Ernesto Che Guevara tenía 39 años de edad y era un enemigo tan temible para Estados Unidos que el representante de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés) en Bolivia, quien tenía bajo su control la operación, pidió que se acabe con su vida lo antes posible; aunque formalmente fueron las autoridades bolivianas las que dieron la orden.
La CIA quiso negar este hecho posteriormente, indicando que ellos lo querían vivo; sin embargo, hay testimonios que demuestran lo contrario, y su decisión se explica porque hubiese sido muy complicado políticamente enjuiciar al Che y más aún condenarlo a la pena capital. En primer lugar, el guerrillero argentino sabía convencer y en segundo, tenía la admiración y el apoyo de millones de personas en todo el mundo. Por ese motivo, el Che vivo era para ellos tan peligroso como una bomba atómica, y por eso lo ultimaron rápidamente, pero no imaginaron que aún muerto lo seguiría siendo.
El Che Guevara llegó a ser una leyenda en vida: era amado y respetado por millones de personas y odiado por los poderosos. Su leyenda nació tras la ruptura de un cerco al mando de una columna, que con una marcha en condiciones infrahumanas llegó a Las Villas y luego venció en la batalla de Santa Clara. Tras el triunfo de la revolución cubana, el Che se convirtió en la segunda persona en importancia del país, después de Fidel Castro. En 1967 llegó a Bolivia, desde donde se disponía a extender la llama de la lucha revolucionaria a Argentina y a Perú. Sin embargo, el 8 de octubre, Guevara fue herido y capturado por efectivos de la unidad de misiones especiales. Al día siguiente del interrogatorio fue fusilado en el pueblo cruceño de La Higuera (Vallegrande). Recién en junio de 1997 se pudo dar con sus restos en la pista de un aeródromo, los que fueron llevados a un mausoleo en la ciudad cubana de Santa Clara.
Una de las imágenes más emblemáticas del Che es su fotografía después de haber sido fusilado, en la que se ve francamente hermoso. Al respecto, uno de sus biógrafos, Paco Ignacio Taibo II, dijo: “en América Latina, en medio de la tradición cristiana de adorar santos llenos de heridas y cristos torturados, la imagen era necesariamente evocadora”. Igualmente, las monjas del Hospital de Vallegrande, donde su cadáver fue trasladado antes de hacerlo desaparecer, le encontraron un gran parecido con Jesucristo: un Cristo marxista.
Con el asesinato del Che, la CIA aprendió una lección: desde entonces dispararía al rostro de su enemigo para desfigurarlo y así evitar la continuación de la leyenda. Así hizo posteriormente con Osama Bin Laden y también con los hijos de Sadam Hussein, Uday y Qusay, quienes se negaron a entregar su país y murieron como héroes.
El Che siempre fue un estorbo para los estadounidenses, porque su lema era: “hay que crear uno, dos, tres Vietnam”, y Estados Unidos buscó vengarse por todos los medios. En estos 49 años se han escrito decenas de libros, rodado documentales y películas de ficción, y también han circulado especulaciones y mentiras mal intencionadas sobre la personalidad de Guevara y acerca de quién ordenó su muerte. Sigue habiendo quienes quieren demonizarlo y empañar su imagen a toda costa, incluso indicando que fue rival de Fidel Castro, cosa que no era cierta.
Una vez, el Che escribió a sus hijos: “Sobre todo, sean siempre capaces de sentir en lo más hondo cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo”. Y su imagen sigue teniendo a Washington en jaque hasta el día de hoy.ac