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Manual del neoliberal del siglo XXI

Esta propuesta va en contracorriente con las medidas que se están tomando en varios países del mundo.

/ 5 de octubre de 2016 / 04:26

Días atrás, Unidad Nacional (UN) publicó un documento titulado Crisis del neocapitalismo de Estado, donde hace referencia a varios temas, afirmando al final que la economía boliviana estaría en crisis. Entre líneas se lee que el objetivo de dicho documento sería “alertar, una vez más, a la población y al propio Gobierno sobre la necesidad de enfrentar la crisis económica”. Pero ¿será que la economía boliviana está atravesando por una crisis?

Para empezar quisiera definir qué se entiende por crisis económica. Actualmente no existe consenso sobre el tema, sin embargo, puede ser definida como una situación en la que se generan cambios negativos bruscos en las principales variables económicas, es decir, un deterioro generalizado de las variables macroeconómicas, principalmente en el PIB, la tasa de desempleo y la inflación.

Respecto al PIB, este indicador creció 4,9% en el primer trimestre de la presente gestión, situando a Bolivia por tercer año consecutivo entre los países con mayor dinamismo económico. Si bien el crecimiento de la economía mundial sigue siendo frágil, con revisiones a la baja en sus perspectivas, y los organismos internacionales estiman por segundo año consecutivo una contracción del producto de América del Sur, Bolivia se posiciona como el país con el mayor crecimiento económico dentro de la región en 2016.

Por otro lado, el desempleo ha disminuido gradualmente. En 2005 era de 8,1%. En 2015 este indicador se redujo a 4,4%, situándonos entre los países con la tasa de desempleo más baja de América Latina. Asimismo la inflación hoy se encuentra controlada. Hasta agosto, la inflación acumulada era de 2,4%, esto a pesar de las sequías registradas en varios municipios, debiendo crecer a un ritmo de 0,7% mensual, para alcanzar su meta de 5,3% de inflación anual, que es poco probable que suceda.

También en el documento se puede observar una crítica feroz contra la incursión del Estado dentro de la economía, dado que existe una petición explícita de disminuir su participación a la mínima expresión. Esta propuesta va en contracorriente con las medidas que se están tomando en varios países del mundo. Recientemente Nouriel Roubini, un economista muy prestigioso y profesor de la Universidad de Nueva York, mencionó que “la política fiscal sería la única herramienta macroeconómica eficaz disponible para afrontar las presiones recesivas”. Países como Canadá, Japón, Alemania y Perú, entre otros, están asumiendo políticas fiscales expansivas; no obstante, Roubini advierte que “las medidas de estímulo fiscal deben ser ampliadas, particularmente en inversiones de infraestructura pública”.

Bolivia desde hace mucho tiempo que está implementando estas medidas de estímulo fiscal, apostando por un aumento sustancial de la inversión pública, direccionada a los sectores productivos e infraestructura. Es por ello que las tormentas económicas internacionales no nos afectan en gran magnitud, dado que después de ocho años consecutivos de superávits en las cuentas fiscales se ha logrado tener amortiguadores capaces de suavizar la caída sustancial que se registra por tres años consecutivos en los precios de las materias primas.

El hecho de que UN publique documentos donde afirman que Bolivia está en plena crisis económica debiera llamarnos a la reflexión. Este partido político más que alertar a la población está especulando, y el mencionado documento parecería más un “manual del neoliberal del siglo XXI”, ya que entre sus propuestas figuran las medidas que tradicionalmente se han aplicado a la economía en tiempos del neoliberalismo, siendo los autores del documento los paladines de la capitalización y los promotores del fracaso económico, quienes en su momento no lograron dar soluciones estructurales y sus políticas tampoco lograron generar resultados satisfactorios para el país.

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Morales y los errores de comunicación

A partir de 2006, las comunicaciones de las decisiones de política del BCB se plasmaron en un documento de coordinación con el Gobierno

Pablo Cachaga Herrera

/ 27 de julio de 2023 / 08:38

En una reciente publicación del expresidente del Banco Central de Bolivia (BCB) Juan Antonio Morales (JAM; Público.bo 24/07/2023), señaló la importancia de las comunicaciones de los bancos centrales en la formación de expectativas de inflación y que éstas deben basarse en pronósticos científicos y no en propagandas, y además atribuye a errores de comunicación del BCB una supuesta crisis cambiaria suscitada en los primeros meses de 2023.

Lo que olvida JAM o tal vez no quiere que nadie lo sepa, es sobre sus errores de comunicación cuando era presidente del ente emisor. Por ejemplo, en octubre de 2002 el BCB decidió ampliar el spread entre el tipo de cambio de venta y de compra desde 2 centavos hasta 6 centavos, empero, si bien la medida pudo o no ser inocua, tuvo que ser revertida un día después de ser aplicada por el fuerte rechazo de la población en general, tanto por los partidarios oficialistas como opositores políticos del gobierno de entonces.

Este error de comunicación en la administración de JAM no solo fue la forma de dar la noticia a la población, sino que tampoco fue explicada de manera adecuada al Poder Ejecutivo representado por el Presidente de aquel entonces (Gonzalo Sánchez de Lozada), la reunión entre ambos duró aproximadamente tres horas, y luego Sánchez de Lozada tuvo que salir del Palacio Quemado avergonzado, anunciando el rechazo de la medida y anotándose un antecedente fatídico para el ente emisor en términos de credibilidad para los bancos centrales. Además del error de comunicación, se evidenció un alto grado de descoordinación de políticas, ya que Sánchez de Lozada, horas después de implementada la medida, señaló que desconocía el actuar del ente emisor.

Lea también: Mi querida ciudad de El Alto

Con relación a la información, JAM comete el error de afirmar que la ausencia de datos del BCB estaría agravando la supuesta crisis cambiaria. Contrariamente a lo que señala, los ataques especulativos pueden atentar contra la vulnerabilidad de una determinada economía. En ese sentido, muchos bancos centrales en economías de desarrollo tienen un fuerte incentivo para conservar información, ya que la misma presenta un alto costo en tiempos de incertidumbre económica. Por tanto, resulta un comportamiento racional para un gobierno que considera que los ataques especulativos son perjudiciales en términos de bienestar social.

Además, es importante recordar que las publicaciones que realizaba el BCB entre 1995 y 2006 (en la administración de JAM) eran bastante acotadas y coordinadas con el FMI (memorándum de entendimiento). Y a partir de 2006, las comunicaciones de las decisiones de política del BCB se plasmaron en un documento de coordinación con el Gobierno central denominado Decisión de Ejecución del Programa Fiscal-Financiero, soberano, en la cual se proyectan cifras de crecimiento económico, tasa de inflación, crédito interno neto, entre otras variables. De esta manera se dio certidumbre a la población sobre las variables económicas más importantes para mantener las expectativas de la economía.

Lo único que se puede rescatar de la publicación de JAM sobre comunicación es la aceptación de los buenos resultados económicos que ha logrado el Modelo Económico Social Comunitario Productivo, al admitir que Bolivia tiene una inflación controlada desde hace varios años, permitiendo alejar el temor de una devaluación. Esta afirmación está en línea con lo que indican los organismos internacionales que destacan que la economía boliviana está situada entre las economías con menor inflación de los países de la región y del mundo.

(*) Pablo Cachaga Herrera es economista

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Mi querida ciudad de El Alto

/ 7 de marzo de 2023 / 01:15

Ha cumplido 38 años de edad la ciudad más joven de Bolivia, El Alto, creada un 6 de marzo de 1985. En este artículo quiero relatar un poco de mi experiencia de vida en esta urbe tan hermosa que me vio nacer, crecer y reproducirme, hasta el momento.

La ciudad de El Alto no duerme, hace algunos años cuando era voceador de minibús, mi jefe, el Phatankas (apodo por ser gordito) y yo, solíamos salir a trabajar a las 04.00, ya que a esa hora en la parada ya existían enormes filas de personas esperando transporte para ir a su fuente de trabajo, principalmente se observaba cholas con sus q’ipis (bultos de aguayo donde llevaban su mercadería que vendían en el día). Actualmente esto no cambió, más bien se incrementó gracias al crecimiento natural del comercio.

Y es justamente gracias al comercio y al aumento del nivel de ingreso que en la ciudad de El Alto hay una infinidad de ferias zonales, donde vecinos de la zona o de zonas colindantes venden su mercadería. Destaca la heterogeneidad del capital de los comerciantes, pues se puede encontrar vendedores de gelatinas, verduras, ají de fideo, entre otros, con un capital que no supera los Bs 100, y aparte están los mayoristas que tienen un capital enorme.

Hay ferias zonales que destacan por su magnitud, como la 16 de Julio, la más grande de Latinoamérica, donde se encuentra desde chatarra hasta vehículos 0 kilómetros o, mejor aún, la mitad de un motorizado (autos charqueados) que sirven como repuestos. Hay varias ferias tradicionales que destacan por el tamaño del comercio que realizan, como la de Puente Vela, el Sajra Q’atu, la de Pacajes, y la de San Luis, entre otras.

Asimismo, es importante mencionar el emprendimiento alteño, donde destacan las esculturas que se realizan con chatarra, los “cholets” supercreativos, espectáculos con cholitas cachascanistas, la confección de calzados, ropa deportiva, tejidos artesanales, producción de largometrajes, entre otros, que además de impulsar la economía son generadores de empleo.

La ciudad de El Alto también es fiestera y me atrevo a decir que esta fiesta empieza desde el jueves. La conocida Ceja, el Complejo (cerca de la Universidad Pública de El Alto) y Senkata, entre otros, son espacios donde las personas se reúnen para dar rienda suelta a la diversión. Se encuentran discotecas de primer nivel, en muchos casos mejores que las más concurridas en la ciudad de La Paz, incluso bares clandestinos, estos últimos en muchos casos atienden 24/7 y a puerta cerrada.

También, la cantidad de alojamientos que hay en la ciudad de El Alto es interesante, y este aspecto me lo hizo notar un familiar que me visitó del interior del país, pues me decía que los alteños son kututos (conejos porque se reproducen rápido), porque le llamó la atención que haya una cantidad enorme de alojamientos que se encuentran distribuidos por toda la ciudad.

Hago referencia a algunos aspectos que me llamaron la atención de la ciudad de El Alto, sin duda hay mucho más que explorar y explicar de esta urbe compuesta de gente combativa, trabajadora, emprendedora y con mucha convicción de lucha, ya que en sus pocos años de vida se pudo dar el lujo de ser uno de los principales actores para la caída de un gobierno (2003), cuando se sembró la semilla del punto de inflexión para el actual contexto económico y una mayor inclusión social. Feliz cumpleaños mi querida ciudad de El Alto.

Pablo Cachaga Herrera es alteño de nacimiento, de madre de pollera comerciante y padre chofer asalariado.

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Cánticos al ritmo de las RI ¡vida o muerte!

El rol de las reservas internacionales en el periodo neoliberal fue extremadamente protagónico.

/ 11 de julio de 2016 / 10:44

Melancolía y nostalgia se ven en algunas almas seguidoras de la mano invisible. Recientemente, su amargura se trasladó en cánticos alegóricos e himnos pasionales a las reservas internacionales (RI). La disminución de las RI en 2015 los trasladó a lo más recóndito de sus recuerdos, donde bailaban al son de la devaluación y cantaban al ritmo de los mil millones de washingtones que atesoraba el Banco Central. Por aquellos tiempos de Dios, las RI jugaban un rol de vida o muerte, porque teníamos una economía sumergida en la dolarización y los gobiernos del pasado aspiraban a tener más y más dólares como medio para defender un sistema financiero vulnerable y altamente expuesto a corridas bancarias, llegando a ser las reservas internacionales uno de los pocos medios para enfrentar las crisis económicas.

Si hacemos memoria y retornamos a los años mozos del neoliberalismo, entre 1998 y 2005 las RI en promedio con suerte alcanzaban el 13% del PIB, cerca de $us 1.126 millones. Solo Dios sabe cuánto de estas reservas eran líquidas. En ese entonces la preocupación se centraba en cómo aumentar las RI. Lo que les obligaba a ser cariñosos hacia la odiada suegra que les prestaba recursos a cambio de rígidas condiciones, ya que eran la única fuente de financiamiento seguro para las importaciones, puesto que nuestra balanza comercial era crónicamente deficitaria y las reservas internacionales netas (RIN) no cubrían ni seis meses de importaciones, y esos escasos dólares debían competir con los elevados servicios de deuda externa, porque la economía se encontraba sobreendeudada. La deuda externa de mediano y largo plazo era aproximadamente 3,5 veces superior a las RI.

Por lo tanto, no es de extrañar que los economistas del pasado revivan en la caída de las reservas internacionales sus viejos anhelos y vicisitudes, y rindan plegarías a la amada moneda del imperio; ya que el rol de las RI en el periodo neoliberal fue extremadamente protagónico.

Actualmente, se denota una fuerte ambigüedad en su discurso, pues hace algún tiempo atrás se cuestionaba el alto nivel de RI, porque según estas almas neoliberales estábamos sobreasegurados y esto demostraría ineficiencia por una débil política fiscal y monetaria; pero en el presente los aludidos muestran una preocupación artificial por la utilización de las reservas. ¿Habría que preguntarles cuándo vamos a utilizar las RI?
En la actualidad las RI se encuentran en torno al 35% del PIB, un poco por debajo del alcanzado en 2015. Sin embargo, no debería ser un tema de preocupación, porque todavía se encuentran entre las más altas de la región y representan algo más de 13 meses de importaciones. Muy por encima de las que el FMI sugiere como aceptables de tres meses y no como alguien por ahí mencionó de seis meses. Por otro lado, la deuda externa de mediano y largo plazo apenas representa el 50% de las RI. Es decir que con las RI se puede pagar toda la deuda externa y aun así nos quedarían recursos.

La bolivianización de la economía es otro respaldo para utilizar las reservas internacionales. Como gran parte de los depósitos y créditos se encuentran en moneda nacional (83% y 96% respectivamente), los agentes económicos no necesitan dólares para realizar sus transacciones financieras, por lo que la acumulación de billetes verdes no es necesaria para estos fines. Este último logro nunca será aceptado por los “analistas” neoliberales que quedaron agarrotados por los avances de la economía boliviana.

En conclusión, frente a un escenario externo más adverso, parece completamente racional el uso de las RI, pues los colchones financieros acumulados en tiempos de superávits de la balanza comercial deben de ser utilizados en estos momentos, canalizando recursos que financien la inversión para que de esta manera se garantice el crecimiento sostenido de la economía boliviana.

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Más allá del crecimiento económico

Este mayor crecimiento de los ingresos se refleja en mayores niveles de consumo

/ 8 de abril de 2014 / 06:44

El desempeño de la economía del país en 2013 fue, sin duda, el más exitoso de la actual administración y el más destacado de las últimas cuatro décadas, demostrando resultados macroeconómicos realmente destacables.

Según el Instituto Nacional de Estadística, la actividad económica medida por el IGAE muestra un crecimiento de 6,83%; en promedio el crecimiento económico estuvo alrededor del 5% en el periodo 2006-2013, explicado principalmente por una mayor demanda interna.

Universalmente, la tasa de desempleo es uno de los termómetros que indica la mayor o menor dinámica de la actividad económica; este indicador disminuyó del 8,1% en 2005 a 3,2% en 2013, consecuencia de la mayor actividad empresarial y pública, de la mano del incremento salarial por encima de la tasa de inflación.

Pero ahora vale la pena preguntarse qué implica tener un crecimiento económico sostenible para la población. ¿En qué se materializa este crecimiento? ¿Existe mayor bienestar? Vayamos más allá del dato frío de crecimiento económico y desnudemos los resultados en la economía de los hogares.

Los economistas utilizamos el PIB per cápita para medir el nivel de ingreso de la población; en Bolivia, este indicador casi se triplicó en los últimos ocho años: en 2005 se situaba en 1.010 dólares y en 2013 se incrementó a 2.794 dólares, lo que significa que en promedio cada persona aumentó su ingreso diario a 7,8 dólares en 2013, de 2,8 dólares registrados anteriormente a 2006.

Este mayor crecimiento de los ingresos se refleja en mayores niveles de consumo de las familias; por ejemplo, el consumo de leche hace ocho años alcanzaba a 28 litros año, ahora se sitúa en 55 litros. También el consumo de carne se acrecentó a 20 kilos año, de 18,5 registrado en 2005. Son algunas muestras del incremento de consumo de las familias.

Por otro lado, la mayor dinámica del ingreso trasciende en mayores ahorros en el sistema financiero por parte de las familias, de 3.711 millones de dólares registrados en 2005 a 15.074 millones de dólares en 2013, siendo cerca del 86% del total de depósitos montos menores a 500 dólares, que conjuntamente con las Reservas Internacionales Netas, de 14.430 millones de dólares registrados a finales de 2013, se aproximarían al valor producido de la economía en una gestión.

¿Y qué onda con la desigualdad?¿Somos más desiguales en términos económicos? La repuesta es no. La brecha entre ricos y pobres está disminuyendo; de 0,60 registrado en 2005 a 0,47 en 2012, este resultado capturado por el Coeficiente de GINI, que es un instrumento para medir la desigualdad dentro de un intervalo de 0 y 1, donde 0 corresponde a la perfecta igualdad (todos tienen los mismos ingresos) y 1 corresponde a la perfecta desigualdad (solo uno concentra todos los ingresos y los demás nada), muestra que en Bolivia ha existido avances importantes con relación a la distribución de recursos.

Además, el Índice de Desarrollo Humano que es elaborado por el PNUD, el cual toma en cuenta ingresos per cápita, esperanza de vida y acceso a la salud y a la educación, entre otros elementos, se incrementó a  0,675 en 2012, de 0,647 observado en 2005, indicador que es más fructífero si se acerca a la unidad.

Fruto de estos resultados y del apoyo de políticas sociales como tarifas eléctricas subvencionadas, programas MiAgua y Bolivia Cambia, Evo cumple, entre otras políticas de redistribución del ingreso, se logró reducir la pobreza extrema; cerca de dos millones de personas fueron sacadas de la indigencia en los últimos ocho años, situándose este indicador en 21,6% en 2012, frente a 38,2% registrado en 2005.

Claro está que los resultados positivos de crecimiento no repercutirán de forma homogénea en toda la población, pero el objetivo es mejorar gradualmente la condición de vida de la mayor parte de la población que quedó rezagada por la aplicación de recetas liberales que doblegaban el bienestar de las personas más vulnerables a favor de equilibrios de mercados deficientes.

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