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Estados exóticos

Este año la Real Academia de las Ciencias de Suecia decidió conceder el Premio Nobel de Física a los estudios sobre los estados exóticos de la materia, galardonando a los británicos David J. Thouless, Duncan Haldane y Michael Kosterlitz, todos ellos destacados profesores de universidades norteamericanas.
Ciertamente las investigaciones de estos profesores prometen un gran campo de aplicación y, efectivamente, son un gran paso en el avance del conocimiento, como reseñaremos seguidamente. Sin embargo, aunque soy tan solo un aficionado a la física y, por tanto, mi opinión en este campo debe ser tomada en dicho contexto, considero que el Nobel de este año debería haberse concedido a las investigaciones que demostraron la existencia, por observación directa, de las ondas gravitacionales.

La primera observación de las ondas gravitacionales se logró en septiembre de 2015 y recién se anunció en febrero de este año, validando de esta manera la teoría de la relatividad general, donde se predecía, hace exactamente 100 años, la existencia de esta fuerza que maneja el universo. Desde mi humilde punto de vista, la existencia de ondas en el espacio-tiempo no solamente abre una nueva era para la astrofísica, sino una nueva manera de responder a preguntas fundamentales sobre el origen y el destino del universo.

Pero bueno, la Academia de Ciencias determinó premiar a las investigaciones sobre los estados exóticos de la materia, por algo será. Así que refirámonos brevemente a estos también muy importantes descubrimientos.

Todos nosotros hemos aprendido que la materia puede presentarse en tres estados: sólido, líquido y gaseoso; sin embargo, en condiciones extremas la materia puede adoptar otros estados y, por ende, presentar características y propiedades inusuales. Tal es el caso de aquellos estados que permiten que la electricidad fluya con mayor facilidad y que son de gran utilidad para la electrónica y para la computación a nivel cuántico. Pero los estudios sobre estas fases exóticas que puede adoptar la materia van más allá, permitirán a las investigaciones sobre materiales y la física de materia condensada hacer realidad ciertos procesos que hasta hoy estaban reservados a la ciencia ficción.

Quienes somos apasionados del avance científico, sentimos la desesperanza de que la rápida evolución de los conocimientos no nos permiten entender, a veces ni siquiera informarnos, sobre estos avances, pero al mismo tiempo sentimos la alegría de ser partícipes, o por lo menos observadores, de uno de los periodos de mayor adelanto en el conocimiento y la tecnología.