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‘Brexit’ duro

La libra esterlina, una de las principales divisas del mundo, registra un importante descenso respecto al dólar, el euro y otras monedas desde que en junio el 52% de los británicos votara a favor de que el Reino Unido abandone la Unión Europea (UE). El descenso se acentúo la semana pasada, luego de que la nueva primer ministra, Theresa May (quien reemplazó a David Cameron tras su renuncia posreferéndum), anunció que iba a activar el proceso formal de salida del Reino Unido de la UE hasta fines de marzo de 2017, y al mismo tiempo declaró que la prioridad en las negociaciones será el control de la inmigración, que fue el principal motivo por el cual la población británica votó a favor del brexit, y no así la búsqueda de alternativas para permanecer en el mercado común europeo.

A pesar del impacto negativo inicial, tres meses después del referéndum, el desempeño de la economía británica no muestra señales de enfrentar dificultades, los mercados bursátiles y el empleo se mantienen estables, los consumidores continúan gastando y sus bonos soberanos preservan su fortaleza. Sin embargo, como consecuencia de las declaraciones de la Primer Ministra que anticipan un brexit duro, la libra esterlina llegó a su nivel más bajo en 31 años respecto al dólar. Si bien una libra devaluada favorece el turismo y las exportaciones, el Reino Unido importa una gran cantidad de bienes cuyos precios están subiendo, y de continuar devaluándose su moneda, podría desencadenar una crisis en los mercados financieros británicos.

Ante las declaraciones de May, los principales líderes de la Unión Europea han manifestado que la libertad de movimiento de las personas es uno de los pilares centrales del mercado común, y que sin esa libertad no son posibles las otras tres: libertad de movimiento de bienes, servicios y capitales, que son las que la Primer Ministra y quienes votaron por el brexit pretenden evitar que el Reino Unido pierda.

Por otra parte, si el Reino Unido lograse obtener condiciones similares fuera de la UE de las que tiene estando dentro, previsiblemente muchos de los países que la conforman optarían por salirse; y las autoridades de la eurozona naturalmente no desean que ello ocurra. En tal sentido, la canciller alemana, Angela Merkel, ha manifestado que quien quiere salir de la UE no puede pretender perder todas las obligaciones, pero mantener todos los privilegios.

May ha intentado iniciar negociaciones informales, pero se ha encontrado con una posición en bloque de los restantes miembros de que no habrá negociaciones hasta que el Reino Unido active el proceso formal de su salida y no habrá acceso al mercado común sin libre circulación de personas. Entre tanto, el Gobierno de Escocia ha manifestado que está considerando convocar a un nuevo referéndum para decidir su permanencia en el Reino Unido, a fin de proteger sus intereses.

Tal parece que la posición de la primer ministra May prevé dejar al Reino Unido fuera del mercado común europeo, compuesto por 500 millones de consumidores, al que vende el 45% de sus exportaciones, y con ello tendrá que pagar aranceles para poder vender sus productos a la eurozona, o en el mejor de los casos obtener un acuerdo similar al que la UE tiene con terceros países, tal vez con alguna ventaja adicional. En lo político, podría tener problemas con Escocia e Irlanda del Norte si estos países desean seguir siendo parte del mercado común.

Es analista económico y financiero.