La notable vida de Mariano Baptista
Con tal bagaje, es lógico que un libro sobre su vida se parezca a los cuadros de un bello calidoscopio.
Hay personas que marcan honda huella en la cultura de un país, cuyas vidas merecen ser plasmadas en un libro no solo como una merecida retribución social, sino también como modelos que impulsan el progreso de los pueblos. Este es el caso del escritor Mariano Baptista Gumucio, cuya notable vida acaba de ser retratada en un estupendo libro autobiográfico que, por su amenidad y el conjunto de ensayos, entrevistas, libros y memorias que contiene, es un grato obsequio a todas las personas que tienen el hábito y el gusto por la lectura.
El libro se titula Por la libertad y la cultura y ha sido editado por el ilustre escritor orureño Luis Urquieta Molleda, con quien el país está en deuda por esta trascendental obra. Mariano Baptista Gumucio es autor de 70 libros y ensayos, fue tres veces ministro de Educación y Cultura, embajador de Bolivia en varios países, director de los periódicos Última Hora y Hoy por 14 años, fundador de la Biblioteca Popular (que editó más de 50 libros de autores bolivianos), gestor de museos históricos en las principales ciudades del país, secretario de presidentes y muchas otras altas funciones desempeñadas y lauros recibidos a través de su prolífica vida. Entonces, con tal bagaje de experiencias es lógico que un libro sobre su vida se parezca a los cuadros de un maravilloso calidoscopio.
Son notables los conceptos de Baptista Gumucio sobre la educación, la política, el militarismo, la diplomacia, etc.; así como sus memorias sobre Paz Estenssoro (del que fue su secretario), de Hernán Siles Zuazo, Wálter Guevara Arze, Juan Lechín Oquendo, Alfredo Ovando Candía, Jaime Paz Zamora, Augusto Céspedes, Augusto Guzmán, Roberto Querejazu, Raúl Botelho, Joaquín Aguirre Lavayén y muchas otras importantes personalidades del mundo de la política, la cultura y las letras.
También son de tremendo interés sus opiniones sobre Fidel Castro, el Che Guevara, la revolución cubana y en especial su entrevista con el presidente chileno Eduardo Frei Ruiz-Tagle, a la que se coló su canciller, José Miguel Insulza, quien mostró su odio visceral contra Bolivia. “El hombre, dice, era taimado, arrogante y en mi caso prepotente, pues me trataba como un majadero que no había aprendido bien las lecciones de la historia. Pregunté a Frei si él consideraba posible iniciar un nuevo diálogo con mi país, y en lugar de que él me respondiera, Insulza, adulterando mis palabras, me dijo arrebatado de furia que si los bolivianos querían cambiar el Tratado (de 1904) debían esperar el juicio final…”.
Me llamó la atención que un escritor que fue tres veces ministro de Educación y Cultura y promotor de masivas campañas de alfabetización tenga este certero concepto sobre la escuela: “La culpable de la aversión al libro existente en Bolivia es la escuela. Es ahí donde se enseña a detestar a los libros (…) Cruel encerrar a los niños 12 años en aulas que parecen cárceles (…) Los horarios son rígidos y las materias, anticuadas (…)”.
También me pareció certero su juicio sobre la actual enseñanza obligatoria de lenguas nativas: “Perú, dice, ha sido país pionero en la educación bilingüe, pero nunca se ha impuesto obligatoriamente allí, en ninguna región, el quechua. Lo mismo puede decirse de Guatemala o México con sus respectivas lenguas originarias (…) En las escuelas habría que dar el salto ahora a los idiomas que servirán a los jóvenes para relacionarlos con el mundo: inglés, chino mandarín, portugués (…) Muchos se preguntan si la enseñanza obligatoria de las lenguas nativas obedece a un fin pedagógico que ayude a los jóvenes en el futuro o es una suerte de revancha histórica de quienes sometidos ayer gozan del poder hoy (…)”. En fin, por la libertad y la cultura es un libro admirable y ameno que vale la pena leer.