El 18 de julio celebramos los 25 años de la firma del Acuerdo de Guadalajara para el uso exclusivamente pacífico de la energía nuclear entre la Argentina y Brasil. Entre sus innovaciones, el acuerdo prevé la creación de la Agencia Brasileña-Argentina de Contabilidad y Control de Materiales Nucleares (Abacc), para verificar el compromiso asumido por ambos países con el fin de perseguir de manera inequívoca el uso exclusivamente pacífico de la energía nuclear y para gestionar el recientemente creado Sistema Común de Contabilidad y Control de Materiales Nucleares.

Unos meses más tarde, en diciembre de 1991, los dos países suscribieron el Acuerdo Cuatripartito con la Abacc y el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA). Fue la primera vez que Argentina y Brasil negociaron como una sola delegación frente a un organismo internacional. En poco tiempo se establecieron los marcos fundamentales de la relación bilateral estratégica entre  Argentina y Brasil, que propició una atmósfera de paz, confianza mutua y cooperación, que prevalece.

Teniendo en cuenta la prioridad que atribuimos a la relación bilateral, lo que constituye uno de los principales ejes de nuestras respectivas acciones diplomáticas, es natural que actuemos de una manera integrada como socios en varias áreas. La receptividad con que este objetivo es abrazado por nuestras sociedades obedece, en gran medida, a la decisión de estrechar nuestra cooperación en el campo nuclear.

En los años 70, diferentes factores políticos e históricos perjudicaban la aproximación y dificultaban las relaciones entre nuestros países. Los desacuerdos acerca de la construcción de las centrales de Itaipú y Corpus y las sospechas generadas por los respectivos programas nucleares nacionales amenazaban con el surgimiento de una espiral de inseguridad en la región.

El proceso de democratización en ambos países a partir de los años 80 allanó el camino para una transformación radical en la forma en que la Argentina y Brasil se perciben entre sí, dando lugar a una relación amplia caracterizada por la cooperación y la integración. Los presidentes Raúl Alfonsín y José Sarney jugaron un papel clave en este cambio. También fue importante la continuidad de este proceso por sus sucesores, cuyos esfuerzos, acompañados de un fuerte compromiso por parte de los sectores científicos y diplomáticos de ambos países, culminaron en la creación de la Abacc.

El proceso de cooperación bilateral permite que hoy nos dediquemos sin recelos al desarrollo de la energía nuclear con fines exclusivamente pacíficos, con miras a avances tecnológicos, económicos y sociales. Hoy, ambos países cooperan no solo en la verificación recíproca de sus actividades nucleares, sino también en una serie de proyectos conjuntos que buscan concretar el sentido estratégico de nuestra relación. Tal es el caso de la construcción del Reactor Multipropósito Brasileño y el RA-10 de la Argentina, dos proyectos emblemáticos conducidos conjuntamente, capaces de abastecer todo el mercado regional del radioisótopo molibdeno-99, clave en la industria medicinal. La energía nuclear tiene un papel esencial en el desarrollo sostenible y en la reducción de la dependencia de nuestras economías de los combustibles fósiles.

A través de la creación de la Abacc y el Sistema Común de Control de Materiales Nucleares, nuestros negociadores concibieron arreglos otrora impensables en un área sumamente sensible, mediante los cuales las inspecciones de instalaciones nucleares argentinas son llevadas a cabo por los inspectores brasileños y las inspecciones de las instalaciones nucleares brasileñas son conducidas por inspectores argentinos. Desde su creación hasta la fecha, la Abacc, en estrecha colaboración con el OIEA, realizó más de 2.500 inspecciones en ambos países, cuyo resultado se vierte en informes anuales publicados en su sitio web, y hoy participa con carácter de observadora en las reuniones de la Junta de Gobernadores del OIEA.

La confianza que esta dinámica requiere y el alto grado de reciprocidad que la caracteriza confirman no solo la singularidad de la relación entre la Argentina y Brasil, sino también su contribución a la región y al mundo con un acuerdo paradigmático en materia de seguridad y no proliferación.

Nuestra experiencia con la Abacc demuestra que es posible crear nuevos niveles de confianza a través de la diplomacia y la creación de instituciones originales. En política es preciso saber arriesgar en nombre de un bien mayor: la paz. Es sobre la base de esa estrategia y esa vocación pacífica que Argentina y Brasil continuarán estrechando cada vez más sus lazos de amistad y cooperación, tanto en el ámbito nuclear como en todos aquellos que contribuyan al desarrollo sostenible de nuestros países y el bienestar de nuestras sociedades.