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El drama del agua

En las últimas semanas nos hemos referido en varias ocasiones al problema de la falta de agua debido a la sequía que asola al país, fruto del fenómeno de El Niño agravado por el cambio climático. Si hasta hace poco eran otras las capitales que padecían cortes y racionamientos, desde esta semana la sede de gobierno se suma a la lista de urbes sin suficiente agua.

Según datos oficiales, hace nueve años que el nivel de agua en las represas de Hampaturi e Incachaca no había caído tanto, lo que obligó a la Empresa Pública Social de Agua y Saneamiento (EPSAS) a aplicar la tercera fase de su plan de ahorro de este vital elemento: 94 barrios de La Paz, divididos en tres grupos, sufrirán cortes entre las 08.00 y las 20.00 horas. Las dos primeras fases, que se aplican desde inicios de año, fueron la preventiva, que consistió en hacer obras de infraestructura para asegurar que los embalses permanezcan llenos, y la de contingencia, que consistió en disminuir la presión en horas de la noche.

Pese a estos esfuerzos, EPSAS informó que los dos embalses están con niveles de aprovisionamiento históricamente bajos: Hampaturi está al 5% de su nivel de almacenamiento e Incachaca, en el 8%. La previsión es que la época de lluvias ayude a resolver este preocupante déficit, a lo que se suman las obras de ampliación del embalse en la primera de las represas, que estarán concluidas en abril de 2017.

A pesar de estas acciones de emergencia, la reducción de la presión en el suministro registrada en las últimas semanas provocó quejas y protestas de las juntas vecinales en las zonas afectadas, lo cual se agravó con el anuncio de los cortes cada tres días. Al respecto se anunció que el Concejo Municipal pedirá a la Autoridad de Fiscalización y Control Social de Agua Potable y Saneamiento (AAPS) que fiscalice a la empresa paceña de agua “por su falta de previsión”. Asimismo se pedirá al Ministerio de Medio Ambiente y Agua acelerar el trámite de conversión de EPSAS en un servicio autónomo municipal, como estaba previsto desde que la anterior concesionaria del servicio, Aguas del Illimani, dejó el país en 2005.

Entre los principales retos que tiene EPSAS, y que deberá afrontar la próxima empresa (que probablemente tenga un alcance metropolitano, a juzgar por un reciente acuerdo firmado por los alcaldes de seis de los siete municipios de la región), está el asegurar que las represas dependan menos de las lluvias y más de otras fuentes, como las vertientes de los nevados andinos (actualmente la captación de agua depende en un 80% de la lluvia).

Aun así, el trabajo más arduo será modificar actitudes y comportamientos de los usuarios del servicio, pues, como ya se ha dicho insistentemente en éste y en otros espacios, en el futuro el agua será cada vez más escasa, lo que exige una nueva forma de aprovechar el recurso y, sobre todo, evitar su desperdicio.