Voces

Thursday 28 Mar 2024 | Actualizado a 10:54 AM

De Vargas Llosa a Bob Dylan

/ 13 de noviembre de 2016 / 04:00

Mario Vargas Llosa ha defenestrado los merecimientos de Bob Dylan para el Nobel de Literatura. “Debe ser un premio para escritores y no para cantantes”, dijo, displicente.

Sea intencional o casual, es altamente significativo que el premio Nobel desafíe la esclerosis de una cultura hegemónica, clasista y excluyente; porque en el reconocimiento a la obra de Dylan, la Academia Sueca acaba de dar señales de apertura hacia aquello que en la cultura contemporánea emerge como poético, trascendiendo las limitaciones del poema en tanto categoría única.

Antes de la palabra es la poesía. Es decir, la poesía es anterior al poema. Es el origen, la fuente; o lo que el taoísmo entiende como “orden natural de la existencia, que en realidad no puede ser nombrado, en contraste con las incontables cosas ‘nombrables’ en las que se manifiesta” (Wikipedia). El poema,  cuando le alcanza, es apenas una manifestación de la poesía, entre muchas otras manifestaciones posibles. El poema es una formalidad de orden y estructura, variable según convenciones de tiempo y lugar. La poesía, en tanto, es un rango de la vida; un engendro en la sensibilidad de quien se disponga conectarla, ya sea en el aire, en alguna circunstancia, en el paisaje, en los misterios del mundo o en la interioridad del ser. Un proceso que no siempre deviene poema. De este modo, ni siquiera la palabra es condicional a la poesía; ni dicha, ni escrita. Porque “la poesía siempre es un todo. Las demás artes, si son artes, son poesía. Al ser algo, somos poesía, si no, no somos. La poesía une, vincula; cuando somos, somos uniones”, sentenció el argentino Antonio Porchia en un alegato poético más allá de la literatura.

Lo que perturba a Vargas Llosa es que el Nobel haya transgredido las demarcaciones de la palabra escrita y con estructura simbólica, para entrar a valorar otras posibles construcciones poéticas, como la canción, donde la sonoridad de la palabra articula un lenguaje desde las pulsiones más instintivas de la naturaleza humana; o como el idioma coloquial con el que la ciudadanía se expresa cotidianamente; o como la sociedad representada en sus aspectos más crudos y controversiales. El Nobel de 2016 reconoce jerarquía poética a todo esto que la literatura academicista normalmente destierra a priori bajo supuestos de “calidad”, muy cuestionables y —desde luego— variables de generación a generación y de cultura a cultura; por lo tanto, subjetivos.

Jaime Sáenz dejó otras pautas al respecto: “El poeta —y se dice poeta al creador— ha de crear antes que nada la substancia de su creación, por cuanto no podrá crear sino con esta substancia la obra de su creación. Quiere decir que sólo se podrá crear después de haber creado, no antes” (sic). La “substancia de su creación” en Dylan está, entre otras cosas, en la impulsividad del canto, en la expresión literaria sin rebuscamientos, en su militancia con la colectividad humana; es decir, en opciones asumidas por posicionamiento existencial previo al acto creativo propiamente tal. Así, Dylan es un poeta en todo el sentido de la palabra.

Llama la atención que el escritor peruano/español descalifique el galardón a Dylan por considerarlo un síntoma más de la “frivolización social y cultural” que tanto él mismo condena, cuando en verdad su propia vida y obra circulan por el mundo como un espectáculo de máxima frivolidad editorial, social y política. ¿De qué nos habla? Y por si fuera poco, termina preguntándose con arrogancia si los suecos “no le van a dar el premio el próximo año a un futbolista”. Vargas Llosa desprecia a Dylan, desprecia al fútbol, desprecia a todo lo que no se parezca a lo que él hace y lo que él representa. ¡Inadmisible!

Comparte y opina:

Oración de este tiempo

/ 5 de agosto de 2018 / 04:00

Pachamama, madre proveedora, ahora que es agosto, tu tiempo cíclico, cada quien sabe cómo y por qué honrarte. Yo te agradezco, Pachamama, por la vida que me has dado, para vivir, pues: sintiendo pensando, haciendo, sufriendo, riendo; estándome. Yo te agradezco por los enigmas y las revelaciones que has sembrado en mi corazón para que cultive yo algo con ellos. Por la respiración y los latidos, gracias; por los ojos y la piel, por los pasos y el asombro, gracias, Pachamama.  

Gracias, madre santa, por hacerme parte del mundo y del universo, porque no solo has encendido en mí la vida, sino que de vida me has rodeado: la de la montaña que acuna y los alimentos que nutren; la del cielo que llueve y el sol que anima; la del agua y la sal; la de las sombras y las vegetaciones; la del mar que suena; la de la hermandad animal que nos perdona siempre.

Gracias Pachamama por mis padres, los que me engendraron y los que me guían en los caminos que van y que vuelven. Gracias por mis hermanos y hermanas de todos los días, en todos los lugares, con quienes me llevas al sagrado oficio de dar y recibir; de buscarnos y encontrarnos, cuando somos capaces. Pachamama, gracias por la mujer que me hace par, que si no, yo no sería, simplemente. Es que solo en par somos, como lo son todas las vitalidades de la creación. Gracias por mis hijos y mis hijas con quienes me has consagrado en la reproducción de la vida, Pachamama, fuente tú de todas las reproducciones.  

El trabajo y el don vienen de ti, Pachamama. Cómo no decirte en este mes: sé que lo que hago y lo que soy; es por tu bendita providencia. Gracias por el territorio donde puedo hacer y donde puedo estar: la patria, que eres tú misma, desde este terruño, hasta los confines de la geografía que sigue aun después de los océanos. Gracias.

Por eso quiero agradecerte devolviendo: te ofrendo mi compromiso con aquello que me es dado forjar con las manos y con las entrañas. Entrego lo que soy a quienes lo necesiten, para devolverte así lo que de ti he recibido. Te devuelvo el amor de los seres de luz que me sostienen porque tú los alimentas; amándolos lo hago, en reciprocidad con ellos, en reciprocidad contigo. Con las provisiones que me brindas para el cuerpo y para el alma alimento a los míos, que son tuyos.

En este mismo tiempo honro a los sagrados de la cordillera, y escucho sus voces que manan telúricas para el bien del espíritu, para los ajayus despiertos. En la tierra que tú eres, Pachamama, dejaré enterrada la ch’alla que te debo, mi tributo; para que te sirvas; bien recibirás Pachamama, por favor.

Con todas mis fuerzas te pido, Pachamama, en tu tiempo, que proveas conciencia a nuestros líderes; a aquellos que deben cuidar de tu pueblo; es decir, de ti misma; que de verdad lo hagan, no solo levantando tu nombre. Dales a beber tu savia, para que reconozcan la humildad de que estás hecha, para que obren siempre como obras tú, y entonces recién sea en tu nombre. Pero también, virgen santa tierra, resguárdalos del odio y la voracidad que acechan hoy en aquellos que tanto añoran verte proscrita nuevamente, y junto contigo, proscritos a nosotros, tus criaturas, Pachamama. Bien te he de devolver cuando tu tiempo regrese, por estos pedidos de hoy. Uyariwaycheq (escúchanos), allin hora qanapaj (para que sea en buena hora), tukuy sonqo (de todo corazón).

Temas Relacionados

Comparte y opina:

Cachuela Esperanza

/ 22 de abril de 2018 / 04:00

Cuando me acerqué al agua, pensé… “aquí quiero volver”, y así comprendí que el paso de la corriente y los calores húmedos hacen aquí de portales a un universo recóndito y esquivo, donde el río y la selva resguardan altas revelaciones. Porque uno puede asomar a las orillas o deslumbrarse con el verde y los aromas; pero descifrar los signos de cada corteza o interpretar las voces de la fauna o asistir a los enigmas de todo lo inmanente, esas ya son misiones trascendentales.

Una embarcación navega despertando sospecha en algunos habitantes mimetizados con las sombras. Lleva dispositivos para la pesca, presumo yo, sin imaginar que en realidad circula en una órbita extinguida con el último estertor de la siringa. Sus tripulantes desembarcaron en esta cachuela mucho antes, para contemplar desde el puerto cómo la nave se perdía contra el sol de la tarde en la amplitud del caudal. Y sin haberse movido siquiera, el tiempo hizo cadáveres de ellos, primero, y después rastros inmateriales extraviados en las ruinas de tejados abiertos y umbrales desbordados por la vegetación.

Se escucha el aria y la ovación simultáneamente ahora desde adentro del teatro que la malaria dejó en agonía para siempre. ¿Cuyo es este delirio? Las hamacas se desentienden bajo los aleros; y también los niños, llegados aquí como aves migratorias, sin saber dónde posaron su descanso, si el destino es éste o si habría aún otro destino.

Temas Relacionados

Comparte y opina:

Alguien

/ 4 de septiembre de 2016 / 04:00

El olor a sangre no perturba la cotidianidad entre nosotros. Muere uno, mueren dos, mueren otros… en situación más parecida a una puesta en escena que al infortunio. Pasadas las exequias, la sangre se hace tinta; la tinta, papel; el papel, nada. Y a otra cosa.     

Resulta que de pronto alguien está dispuesto a matar. Y mata. Alguien no entiende lo que pasa. Y pasa. Alguien está errado. Y yerra. Alguien no cedería. Y no cede. Alguien produce la escena. Y es un éxito de taquilla. Alguien calcula. Alguien observa. El diablo no duerme.

La realidad se hace ficción a su paso por los medios. Porque la realidad es esquiva; esquiva pero editable. En los límites de la pantalla la ficción construye realidades. Alguien las sufre en carne propia.

Para golpear solo hace falta una macana. “Yo apoyo el TIPNIS, ¿y qué?”… Lo recuerdo, entre otros golpes. Los indios son muy buenos mientras apunten contra el Evo. “Yo apoyo el TIPNIS” y “amo los parques naturales” y “cuido el medio ambiente” y “defiendo la naturaleza”… Dice, por media hora, alguien que secularmente deplora a la indiada y no resignará jamás el consumismo que sustenta su estatus. Si para ello hay que depredar, se depreda. ¿Y qué?

Los discapacitados… otro macanazo al aire. A ver si le aciertan a la piñata. Y si no es a macanazos, entonces a zapatazos. Cualquier herramienta es útil para descargar la frustración de saberse fuera de la historia, pero queda la denostación por redes sociales donde el odio y el racismo descargan su fuego revestidos de “humor”. ¿Y qué? Aún no se dieron cuenta: aquí algo cambió para siempre. Tal vez alguien lo esté haciendo, pensándolo bien. Ojo.

No obstante, a estas alturas del tiempo reglamentario, alguien tiene que parar la bola y mirar la cancha. Enfriar el juego. Prever el accionar contrario. Rearmar el esquema en función táctica. Ensamblar las líneas coordinadamente. Recuperar la noción de equipo. Porque los desbordes por izquierda (o por derecha) sin acompañamiento en el área se pierden siempre en la línea de fondo. O en manos del arquero y en el contragolpe. O en la gradería, donde el desencanto no perdona. ¿Se entiende? Bueno…

En cualquier caso, al menos ya no habrá dinamitazos a discreción e impunes. Y se recuperará para el Estado lo que le es propio en derecho. Alguien lo estará lamentando. Y abrirá otros escenarios. Alguien ya estará escribiendo los futuros libretos. Alguien no se estará percatando. ¿A quiénes habrá escogido la muerte para entonces? Alguien deberá dar cuenta de los caídos. Siempre.

Pero como ya estamos en septiembre, y total, mes de la primavera y las flores y el amor y la alegría y tantas cosas lindas. ¿No ve? Así que larí lará larí lará larí lará… Alguien cantando se irá.

Temas Relacionados

Comparte y opina:

Apuntes sobre descolonización

/ 26 de junio de 2016 / 05:00

El colonialismo involucra a dos o más sociedades entre las cuales se establecen y acumulan relaciones de intercambio injustas y desiguales. Descolonizar será entonces tomar conciencia del lugar que se ocupa en ese escenario histórico, y será también asumir la voluntad de revertirlo. En ese sentido, se descolonizará el colonizado, pero también se descolonizará el colonizador.

2) Descolonizar será romper la hegemonía de una (cosmo)visión cultural unívoca que subordina a otra(s) (cosmo)visiones distintas, bajo supuestos de superioridad/inferioridad, con fines de dominación política y aprovechamiento económico.

3) Descolonizar será la implementación de acciones conducentes al replanteamiento de los desempeños de relación dominante-dominado, propios de la colonialidad. La descolonización será una consecuencia de esas acciones.

4) La descolonización no restituirá el orden preliminar a la confrontación de culturas diferentes, sino más bien creará un orden nuevo en donde ambos estamentos se reconocerán entre sí y configurarán plena equidad de participación en la construcción de paradigmas contemporáneos.

5. La descolonización resultará del reconocimiento de la diversidad (plurinacionalidad endógena y exógena) para la generación de interrelaciones basadas en premisas de mutua aceptación en igualdad de importancia.

6) Descolonizar será propiciar condiciones para que los pueblos del tiempo presente, en tanto resultado de incorporaciones históricas y generadores/productores de cultura, puedan acceder a las fuentes referenciales de su(s) pasado(s), en paridad de interés, profundidad, valoración y utilidad (aplicación).

7. La descolonización, entendida como resultado de compensaciones entre diferentes, fortalecerá naturalmente la cualidad plural, inclusiva y participativa de una sociedad, por oposición a la idea discriminativa del otro como amenaza o adversario.  

8) La descolonización es una proclama que interpela a todos. Más allá del acto de rebeldía de los “débiles” contra la opresión de los “fuertes”, es una última llamada a la sobrevivencia humana por la complementariedad y la reciprocidad entre unos y otros, con la especie humana como prioridad mayor y el planeta como hábitat común insustituible.

9. ¿Y la interculturalidad? Será una vía a la descolonización, una herramienta o un método. Interculturalidad propiamente dicha será la reconfiguración del intercambio en prácticas como la economía, la alimentación, las energías, el medioambiente y las comunicaciones, por el beneficio común. Solo así la colonialidad será revertida.

10. La interculturalidad será la expansión del espectro de referencias y estimulaciones para la creación de nuevos ideales de autoafirmación, hacia un estado de consciencia cultural trascendente (descolonización).

Temas Relacionados

Comparte y opina:

La parábola de los intelectuales

/ 17 de abril de 2016 / 04:30

Las revoluciones suelen atravesar cursos parecidos. A menudo van de la euforia a la debacle, pasando por etapas intermedias de entusiasmo, convicción, aciertos, yerros, desazón y acorralamiento; entre otras. Y en ese devenir, el papel de los intelectuales se manifiesta en comportamientos recurrentes.

Algunos de ellos, ni bien consolidada la insurgencia, se replegarán a sus cuarteles de invierno haciendo fe en el mal agüero. Descalificarán a priori todo emprendimiento gubernamental. Tirarán piedras a mansalva. No concederán crédito o valor ni siquiera a los cambios que los favorecen. Y no serán dignos de admitir la virtud en el otro, ese por quien profesaron desde siempre un desprecio arraigado en el odio. Y así, aguardarán su oportunidad como jinetes en el día del apocalipsis.    

Algunos otros, al contrario, sí se adherirán a la emergencia social reivindicativa. Subirán a la causa revolucionaria. Se autoproclamarán profetas de la victoria mientras se rasgan las vestiduras contra el pasado prerrevolucionario con apasionamiento de tribuna. Sentirán cumplidos sus presagios y videncias, atribuyéndose el mérito de las luchas populares. Habrá llegado el Mesías.   

Entre ellos estarán los primeros y los últimos disidentes. Ya sea por despecho, cuando no sean tomados en cuenta, o no encuentren espacios, o sean desterrados del paraíso. Ya sea por radicalismo, el de quienes considerarán que esta revolución no es revolución suficiente para ellos, y por tanto habrá que combatirla. Ya sea por cálculo, el de quienes se pondrán a buen recaudo cuando asome la tormenta y tendrían que fajarse. Todos coincidirán alquilando sitio en el palco del emperador en el circo romano y celebrarán enardecidos el espectáculo de los leones devorándose la carne de la causa. Porque al César, desde luego, le servirán las hurras, los aplausos y las arengas de unos y de otros por igual, mientras estimulen la voracidad de los felinos (mediáticos).

Otros intelectuales —es de justicia decirlo— permanecerán en la trinchera por convicción, lucidez y humildad. Aquéllos por cuyo cuerpo habrá pasado la historia, dejándoles marcada la huella de otros arrebatos que acabaron crucificando redentores, y aprendieron la lección. Aquellos que no extraviarán su libreto en la perspectiva amplia del proceso. Aquellos que no callarán la evidencia de plagas esparcidas en los cultivos y en algunas manos de los cultivadores. Para éstos, la revolución no será un tren que se toma en una estación, y del que se baja en la siguiente. Será el ideal irrenunciable de soberanía y la idea portentosa de ser por los demás; principios que, por cierto, trascenderán coyunturas. Ellos, que hicieron revolución antes de la revolución, terminarán igual lanzados a la arena donde su integridad moral y consecuencia serán vengadas ante la complacencia de una gradería atestada de impiadosos y de necios.

Entonces se emplazarán los desafíos: comprender la circunstancia en perspectiva histórica, dar respuestas justas y oportunas a los acontecimientos en curso, tomar conciencia del impacto individual en el colectivo social, asumir responsabilidad con el legado ancestral y la ilusión naciente. Solo entonces se habrá roto de una vez y para siempre la perpetuación circular de la derrota. Pero a este punto de mi escritura, lo confieso, siento ganas de llorar. Y esto sí, no es una metáfora.

Temas Relacionados

Comparte y opina:

Últimas Noticias