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Escasez de agua en la ciudad de La Paz

Desde el miércoles, la ciudad de La Paz cuenta con un nuevo interventor de la Empresa Pública Social de Agua y Saneamiento (EPSAS) y con otro director de la Autoridad de Fiscalización y Control Social de Agua Potable y Saneamiento (AAPS). Está en sus manos lograr políticas de emergencia y paliativos hasta restablecer el normal abastecimiento del vital elemento a los 92 barrios afectados. Sin embargo, este error garrafal cometido por las anteriores autoridades de las instituciones mencionadas deviene por no saber planificar y tratar de reaccionar solo cuando el problema se presenta, a pesar de que éste se avizoraba desde hace varios años. Desidia que nos invita a los ciudadanos de a pie a sugerir soluciones alternativas a mediano y largo plazo.

Desde la memoria oral de los pueblos andinos sabemos que la escasez de agua no es nueva, a la cual se ha sumado ahora el calentamiento global. Sabemos que la clasificación occidental de tiempo no funciona. De acuerdo con la visión andina, estamos en la lapaka o tiempo muy seco, aunque éste se retrasó, pues el calorcito que sentimos estos días suele llegar en la época de Todos Santos.

Nuestra Constitución Política del Estado, en su artículo 16, parágrafo I, dice: “Toda persona tiene derecho al agua y a la alimentación”. Y precisamente este artículo ha sido flagrantemente violado por EPSAS y por la AAPS. ¿No le corresponde a la Fiscalía iniciar de oficio un proceso a los responsables del racionamiento extremo del agua? Hasta ahora ninguna autoridad jurídica se ha pronunciado al respecto. Supongo que pretenden deslindarse de su obligación de defender a la sociedad. Al respecto cabe recordarles que el racionamiento extremo de agua conlleva varios riesgos, como la proliferación de enfermedades gastrointestinales, el cólera, etc. Incluso la ciudad de Chuqiyapu marka puede quedar con menos habitantes de los que tiene, pues, después de esta catástrofe en la zona Sur, quedarán muy devaluados los precios de las casas y los departamentos. ¿Quién querrá vivir en lugares donde no hay el líquido elemento, cuyo acceso está “garantizado” por nuestra Constitución?

Hoy se habla de organizar una cumbre del agua. Dicho evento tendrá sentido cuando se tomen políticas y acciones concretas, pues, caso contrario, resulta inútil gastar esfuerzos y recursos financieros. También es preciso generar políticas de cómo construir reservorios y acceder al agua en el futuro. Hoy se piensa mucho en la labor de los ingenieros hídricos (buscando aguas subterráneas, etc.) y eso está muy bien; pero creo que esta labor no solo les corresponde a ellos. Los arqueólogos también podrían dar otras luces y contribuir con soluciones diferentes a las tradicionales. Por ejemplo recuperando la memoria oral del agua, a fin de acceder a la tecnología desarrollada en el mundo andino que permitió a los urus, aymaras y quechuas acceder al líquido elemento durante las sequías prolongadas. Por caso, se podría captar agua mediante qhuchas (atajados) en la época de lluvias. Incluso en el mundo urbano resulta imperioso aprender cómo acopiar agua de lluvia para luego utilizarla en el consumo diario. También es importante la educación. La Paz no debería ser la misma después de esta crisis. Es decir, el despilfarrando de agua cotidiano, con duchas prolongadas y el lavado de autos con mangueras, etc.; así como durante el Carnaval (época en la que los jovencitos de la zona Sur manifiestan su violencia echando globos mientras los adultos arman fiestas y mojasones) debe acabarse. Pero urge también controlar el gasto de agua en las industrias y al vez forestar Chuqiyapu marka con árboles andinos para que gasten menos agua. En fin, toda esta tarea pasa por la educación. Umawa q’al wañkatxi, lapaka pachaxa t’aqhisiyaruwa irpaskistu.