Icono del sitio La Razón

Vida de Uno

Dice la ONU: “La desigualdad de los ingresos aumentó un 11% en los países en desarrollo entre 1990 y 2010”. Yidis vive en Medellín, Colombia. Tiene 17 años.

Cuando lo conocí, el 15 de septiembre, llevaba las uñas de una mano pintadas de negro y mientras recorríamos su colegio en Belencito, una zona de la humilde comuna 13, me dijo que leía ciencia ficción (descarga PDF, no puede comprar libros), que tocaba la guitarra, que escuchaba heavy metal, que practicaba capoeira.

Su padre los abandonó a él y a su hermano mellizo cuando tenían un año. Su madre, vendedora ambulante, diabética, murió por una infección en una pierna cuando él tenía seis. Aunque casi no tiene recuerdos de ella, sí recuerda a la mujer que lo tomó a su cuidado: a veces no le pegaba. Si no quería comer, echaba más sal a la comida y lo obligaba a tragarla.

Cuando tenía 11, su mellizo ya era un adicto cabal a las drogas. Una hermana mayor vivía en la calle y era madre de un hijo que terminó en manos del Estado.

Ahora, Yidis vive con su media hermana y dos sobrinos en El Morro, un sitio más precario que la comuna 13. Desde allí baja cada mañana para entrar a las 06.45 al colegio. No en bicicleta, porque no tiene, ni en nada que haya que pagar, porque no puede. Baja corriendo. Un poco para entrenar y otro porque, si bajara caminando, tendría que despertar más temprano de lo que ya despierta. Y, en un país donde cuatro de sus ciudadanos más ricos tienen 1.000 millones de dólares, Yidis quiere estudiar Filosofía. Y eso es imposible. Por muchos motivos pero, para empezar, porque el chico que va corriendo al colegio jamás podrá pagar el bus para llegar a la universidad. La ONU dice desigualdad de ingresos. Y aquí estoy yo, escribiendo sobre Yidis, y ahí están ustedes, leyendo sobre él. Y eso es todo lo que hacemos: no hacemos nada.

Es escritora argentina, columnista de El País.