‘Ni Una Menos’
La marcha evidenció lo más débil del sistema estatal: la Justicia ineficiente, indolente y corrupta.
Este año, el 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, tuvo un cariz distinto. Un movimiento ciudadano logró una acción masiva nacional. “Basta de violencia, ni una menos” fue el grito de miles de voces hartas de tanta impunidad, de la violencia sistémica y de los feminicidios que azotan nuestra sociedad.
Desde agosto, el movimiento “Ni Una Menos” fue convocado por mujeres con diversas historias y posturas. La marcha del 25 de noviembre fue organizada a través de las redes sociales. Pero no se trataba de “sumar por sumar”, sendos debates se dieron en los posts diarios desde distintas miradas e ideologías. En las semanas previas a la marcha se organizaron reuniones presenciales en las que se articularon muy distintas posturas. Gracias a ello, el movimiento ciudadano cobró su propia personalidad; se dibujó con cada aporte, se fortaleció con las diversas formas de feminismo, se cohesionó por una causa común. No fue la primera marcha y no será la última. Pero esta vez convergieron varios aspectos que, considero, han marcado un antes y un después en la lucha contra la violencia en Bolivia. Menciono algunos.
Mantener el objetivo común: en democracia, el consenso entre diversos enfoques es fundamental para llegar a acuerdos. Suena hasta poético el planteamiento cuando la realidad nos arroja infinidad de posturas con sus respectivos matices. En el colectivo ciudadano “Ni Una Menos” se mantuvo clara la perspectiva del objetivo común, pese al desafío descomunal que representó. Transparentar posiciones y deponer intereses personales fue clave para enriquecer este movimiento.
Contra un sistema cómplice: 94 feminicidios en lo que va del año, 75 niños y adolescentes en orfandad y miles de denuncias que no avanzan en los juzgados. Cada vez más bolivianas y bolivianos se preguntan: ¿hasta cuándo la impunidad? ¿Cuánto dolor más a las familias? La violencia nos es cada vez menos ajena. La ciudadanía espera respuestas y “Ni Una Menos” mete el dedo en la llaga. La marcha evidenció lo más débil del sistema estatal: la Justicia ineficiente, indolente y corrupta.
De la protesta a la propuesta: “Ni Una Menos” interpela al Estado y también a la ciudadanía. Cuestiona a quienes callan y aceptan un orden social que destruye vidas. No es solamente la confluencia de diversos feminismos, sino también un ejercicio ciudadano comprometido con el bien común; sin por eso perder firmeza ni contundencia en lo que se demanda. Por eso “Ni Una Menos” este 2016 trascendió hacia sectores de la sociedad que anteriormente no se sintieron convocados.