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Cuba sin Fidel

El domingo, tras una semana de multitudinarios homenajes, fueron enterradas las cenizas de Fidel Castro en el cementerio de Santa Ifigenia, a pocos metros del prócer de la independencia José Martí. Tras el fallecimiento del hombre que gobernó la mayor de las Antillas durante 47 años, propios y extraños se preguntan sobre el futuro político y económico de la isla.

Diversos analistas coinciden en que la muerte del líder de la Revolución cubana no va a suponer cambios radicales ni inmediatos, máxime tomando en cuenta que su partida llegó precedida por un largo periodo de transición de 10 años, en los que ya se han asumido varias reformas, impulsadas por su hermano Raúl Castro. A pesar de ello, también hay coincidencia en que la profundización y ampliación de estas transformaciones se van a acelerar por diversas razones.

Por un lado, resulta evidente que el modelo socialista que impera en Cuba está íntimamente ligado a sus creadores, quienes no han logrado pasar, hasta ahora, la antorcha a la próxima generación. De hecho el propio Raúl declaró en 2013 que “la situación es preocupante” y que “el tiempo apremia” para dejar listos a los nuevos mandos. Y un relevo generacional acelerado en el poder podría impulsar cambios sustanciales, impulsados por cuadros jóvenes en los aparatos administrativos y gubernamentales que tengan una percepción distinta respecto al camino trazado desde enero de 1959, cuando los “barbudos” de la Sierra Maestra derrocaron a Fulgencio Batista.

Por otro lado, la propia dinámica de las reformas impulsadas en la última década (ampliación del sector privado, cobro de impuestos, entrega de tierras en usufructo, autorización para la creación de cooperativas no agropecuarias, mayor apertura para poder viajar libremente, entre otras), y que previsiblemente se van a profundizar en los próximos años, podría acelerar los cambios en la isla. Y es que estas transformaciones, por su propia naturaleza, conllevan una disminución del control estatal sobre la población, que es la base del actual modelo socialista cubano.

Finalmente, pero no menos importante, huelga recordar que en los últimos años se han registrado cambios no solo dentro de la propia isla, sino también en el resto del mundo respecto a las relaciones entre la comunidad internacional y Cuba, y que más allá de lo que diga o haga el próximo presidente de EEUU, resultan irreversibles. Claro ejemplo de ello es lo que ocurrió el martes pasado en el Consejo Europeo, con la derogación de una norma que vinculaba la cooperación de la UE con la isla a avances en materia de derechos humanos. Esto para dar paso a un nuevo marco diplomático que, en palabras de la jefa de la diplomacia europea, representará un punto de inflexión en las relaciones políticas, comerciales y económicas entre la Unión Europea y Cuba.