Bolivia seguirá siendo uno de los países sudamericanos con mayor desarrollo. Para este 2016 se prevé un crecimiento aproximado del Producto Interno Bruto (PIB) de 4,3%, sustentado en gran parte por la inversión pública, la actividad el sector financiero, la construcción, el sector energético (electricidad y gas), la industria manufacturera y la minería. En este incremento también contribuyó la inversión privada, con una participación de al menos $us 2.500 millones.

Según diversas proyecciones, el próximo año la economía nacional mantendrá su crecimiento, que podría estar entre el 3,9%, calculado por el FMI; y el 4,7%, de acuerdo con el Gobierno; mientras que la Comisión Económica Para América Latina (CEPAL) estima un crecimiento del 4,3%.
En cuanto a los países de la región, para este año se espera que Argentina y Colombia registren un crecimiento del 2,7%; Chile, 2%; Perú, 4%; Estados Unidos y Canadá, 2,2%. América del sur en su conjunto crecería un 2,1%. No olvidemos que el PIB es uno de los indicadores más importantes para medir la producción y los servicios de un país durante un año de actividad.

Para paliar la crisis internacional, el Gobierno está aplicando el modelo keynesiano de gasto e inversión, recurriendo al incremento del déficit fiscal y el aumento de la deuda externa. El PIB nacional tendrá efectos positivos por la ejecución de varios megaproyectos, como la industrialización del litio; la exportación de hierro del Mutún; la planta fundidora de zinc; la construcción de represas hidroeléctricas como Rositas, el Bala y Cachuela Esperanza; la venta de energía eléctrica a Argentina y Brasil; la construcción de carreteras, los corredores multimodales entre el Atlántico y el Pacífico, además de otros proyectos que podrían hacer que el PIB nacional llegue a $us 45.000 millones en el siguiente quinquenio. El Gobierno tiene prevista una inversión superior a $us 35.000 millones para la gestión 2016-2020, y aproximadamente $us 10.000 millones del sector privado. En la actualidad se tiene un PIB aproximado de $us 34.000 millones y un ingreso per cápita de $us 3.000.

La bonanza fiscal permitió una política expansiva de gastos sociales e inversión, a través de transferencias como los bonos Juancito Pinto, que busca reducir la tasa de abandono escolar; Juana Azurduy, para mejorar la salud de madres, niñas y reducir la mortalidad materno infantil; y la Renta Dignidad, para las personas de la tercera edad.

La reducción del crecimiento de la economía china, que pasó de una tasa del 15% del PIB en 2007 a un 6,4% en 2015, influyó en la caída del precio de las materias primas en un 36% y del petróleo en un 75% en los últimos años, una de las causas de la crisis económica internacional y nacional. El crecimiento de la economía boliviana podía ser mayor, pero sufre los efectos de esta crisis, que derivaron en que nuestras reservas internacionales bajaran de $us 15.000 millones aproximadamente a $us 11.000 MM en la actualidad. Se prevé una caída en los ingresos por hidrocarburos de $us 20.000 millones en 2015 a $us 12.000 millones en 2017. Las exportaciones e importaciones nacionales, que crecieron hasta 2014, se han reducido en estos dos últimos años debido a que los precios de las materias primas continúan bajos.

La tasa de inflación para el presente y el próximo año es baja, y no se observan amenazas a esta tendencia. El déficit fiscal para 2017 se prevé en el orden del 7,8%, aproximadamente de $us 3.000 millones, que estará sustentado en gran medida por el financiamiento externo. En este marco, resulta importante implementar políticas para darle sostenibilidad a las finanzas públicas, invirtiendo adecuadamente los recursos del país en proyectos que garanticen el crecimiento. Por todo lo expresado, se prevé un aterrizaje sin mayores contratiempos para el presente año y el subsiguiente, y sin la generación de una burbuja inmobiliaria.