Excelencia, por instrucciones de mi gobierno y con referencia a la carta de la Misión Permanente de los Emiratos Árabes Unidos ante las Naciones Unidas enviada el 31 de octubre de 2016 al Secretario General y su anexo, tengo a bien de declarar lo siguiente:

i) Los signatarios de la mencionada carta acusaron a Irán, como de costumbre, de llevar a cabo “políticas regionales expansionistas” y afirmaron, igualmente sin fundamento, que la Constitución de nuestro país “insta a la exportación de la Revolución iraní a otros países”. En cuanto a un ejemplo de política expansionista, permítanme referirme a la incitación y el pleno apoyo de la mayoría de los signatarios de la carta a la invasión de Irán por parte de Saddam Hussein con todos los medios militares y financieros posibles. Además, es absurdo e hipócrita que las autoridades de algunos países cuyos aviones de combate bombardean a civiles inocentes en Yemen acusen a Irán de interferir en los asuntos internos de otros países.

ii) Al acusar a Irán de patrocinar el terrorismo sin una pizca de evidencia, los signatarios de la carta están imitando de manera infantil una acusación sin fundamento contra Irán por parte de un poder, omitiendo que esa acusación proviene exclusivamente por el apoyo de Irán al derecho de Palestina a la autodeterminación. También es ridículo observar cómo unos cuantos regímenes que han estado exportando una gran cantidad de ideologías extremistas y takfiríes durante décadas, financiando y armando a terroristas en Irak, en Siria y en muchos otros lugares, acusen a Irán de patrocinar el terrorismo.

iii) La acusación contra la República Islámica de Irán de interferir en Yemen, otra vez sin una pizca de pruebas, es tan infundada como las otras acusaciones. Algunos de los signatarios de la carta saben mucho mejor cuán eficazmente han impuesto un asedio a Yemen y a su pueblo, muy parecido al que se impuso en Gaza, y cuán efectivamente están causando la devastación a un pueblo ya empobrecido. Resulta, entonces, ridículo que acusen a Irán de apoyar financiera, estratégica y militarmente a los houthis en Yemen, entrenando a combatientes houthi y enviando suministros de armas y municiones a aquel país. ¿No es realmente ridículo?

iv) Acusar a Irán de interferir en los asuntos internos de Bahréin es otra mentira obvia. Basta con recordar a los signatarios el informe de la Comisión Independiente de Investigación de Bahréin, creada por el Gobierno de ese país, también conocido como informe Bassiouni, que dice textualmente, y cito: “Las pruebas presentadas a la Comisión por el Gobierno de Bahréin sobre la participación de Irán en los asuntos internos de Bahréin no establece un vínculo discernible entre los incidentes concretos ocurridos en Bahréin e Irán”. Esto debería ser suficiente para desacreditar cualquier reclamo de intervención iraní en cualquier país.

v) Respecto a la asistencia militar iraní de asesoramiento a la república árabe de Siria, quisiera recordar que esta asistencia se presta sobre la base de la solicitud del Gobierno legítimo de ese país. Esta solicitud está en plena conformidad con el derecho internacional y el derecho a la legítima defensa, tal como se estipula en el artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas. Está claro que si no fuera por nuestro apoyo y el apoyo de otros al legítimo Gobierno sirio, las bandas de criminales, motivadas por la ideología takfirí, organizadas, armadas, financiadas y logísticamente apoyadas por algunos de los signatarios de esa carta, habrían plantado sus banderas negras por todas partes en Siria y en algunas otras partes de Oriente Medio, incluso en el territorio de algunos de los signatarios de la misiva de marras.

vi). Esa carta también acusa a Irán de politizar el desastre de Mina (Arabia Saudita) en septiembre de 2015, en el que perecieron las preciosas vidas de aproximadamente 500 peregrinos iraníes y muchos más de otros países. Siempre hemos esperado que el Reino de Arabia Saudí adopte en algún momento un enfoque responsable sobre ese desastre, pero lamentablemente hasta ahora no lo ha hecho. Destacamos, con preocupación, que aún están por publicarse las conclusiones de la investigación local, si la hubiere, sobre aquella tragedia. Nuestra legítima solicitud de una investigación exhaustiva, transparente e independiente sobre las causas de esa catástrofe, a través de un comité en el que representantes de los países afectados puedan participar, ha caído hasta ahora en oídos sordos. Esperamos que se sigan las mínimas normas internacionales para mejorar la gestión de la peregrinación a la Meca con el fin de evitar que se repitan los accidentes mortales y tomar medidas eficaces para corregir la situación. ¿Podrían estas peticiones justas y directas ser realmente consideradas como “politización” del caso?

vii) En cuanto al reclamo unilateral de los Emiratos Árabes Unidos sobre las islas iraníes de Abu Musa, Pequeña Tunb y Gran Tunb, la República Islámica de Irán reitera su posición coherente y de principios de que no reconoce la existencia de una disputa entre ambos países. Las tres islas han sido parte inseparable del territorio iraní y, por lo tanto, cualquier reclamo contrario es categóricamente rechazado. Sin embargo, y mostrando su máximo respeto al principio de buena vecindad, Irán siempre ha expresado su disposición a hablar con los Emiratos Árabes Unidos bilateralmente con el fin de eliminar cualquier malentendido que pueda existir por parte sobre la isla de Abu Musa.

viii) Sobre el nombre correcto del espacio de agua existente entre Irán y la Península Arábiga, cabe recordar que el término tradicional del Golfo Pérsico ha sido su denominación correcta desde hace aproximadamente 500 años antes de Cristo, y lo seguirá siendo para siempre. Es un término geográfico estandarizado, reconocido por la comunidad internacional, incluida a la Organización de las Naciones Unidas, y no debe ser manipulado por proyectos políticos o deseos cotidianos de tal o cual gobernante.

ix) Por último, pero no por ello menos importante, siempre nos hemos esforzado en eliminar las tensiones en nuestra región y en desarrollar relaciones amistosas y de buena vecindad con nuestros vecinos, incluidos los países del Golfo Pérsico. Siempre hemos reiterado nuestro interés y hemos pedido diálogo para disipar los malentendidos y restablecer las relaciones amistosas que nuestros pueblos disfrutaron mayoritariamente a lo largo de la historia.

Agradecería que la presente carta se distribuyera a todos los Estados miembros de las Naciones Unidas como documento de la Asamblea General. Le ruego acepte, Excelencia, la seguridad de mi más alta y distinguida consideración.