Crisis de la mística revolucionaria
El cuestionamiento del Vicepresidente apunta a los valores constitutivos del proceso de cambio.
Cuando la mayoría de los bolivianos estaba preparándose para disfrutar un domingo solariego, esa quietud quedó alterada con la revelación de Álvaro García Linera de que no desea volver a postularse a la vicepresidencia. Más allá de la prohibición constitucional de habilitarse como acompañante de Evo Morales para una nueva elección, lo que resulta llamativo son las argumentaciones vertidas por el Vicepresidente para asumir esta decisión personal.
Antes que una supuesta estrategia envolvente, tal parece que se trata de una decisión sin retorno. Caso contrario, sería lapidaria para su imagen. Por esta razón, se debe leer con lupa las argumentaciones del mandatario.
Aludiendo a Marx, el Vicepresidente arguye que hoy existe un repliegue de la oleada revolucionaria. En esta argumentación hay un reconocimiento respecto a que el proceso de cambio devino en un momento peligroso, ello debido a que el burocratismo y/o el corporativismo están atrapando inexorablemente al denominado “proceso de cambio”.
Immanuel Kant decía que “más a allá de los hechos de la Revolución Francesa, lo importante es el entusiasmo que suscitó”; y quizás hoy existe un desencanto por el proceso de cambio. De allí que García Linera haya tipificado a esta sensación como la “crisis de mística revolucionaria”. A pesar de que el mandatario insiste en asociar al proceso de cambio como un “proceso revolucionario”, su interpelación no se inserta en la crítica de la izquierda radical sobre la no superación del modelo extrativista; pues las estructuras del poder capital siguen intactas o simplemente no se produjo la revolución; entre otras razones porque, como dice el pensador argentino Jorge Alemán, “hoy vivimos un momento histórico de duelo de la palabra revolución”. O sea, la imposibilidad política de un corte abrupto, un comienzo nuevo y radical de la sociedad.
El cuestionamiento del Vicepresidente se orienta a identificar a la “finalización del momento universalizante de la acción colectiva”, devenida en una acción corporativa. Es decir, su crítica apunta aquellos valores constitutivos del proceso de cambio.
De estas argumentaciones punzantes de García Linera se infiere, por lo tanto, que los límites de representación o de sentido del proceso de cambio están puestos en cuestión; es decir, todo aquello que volvía representable a ese proceso ha quedado interpelado. Efectivamente, el proceso de cambio devino en un una rutinización del carisma del líder, como advertía Max Weber, lo cual, junto a la “corporativización” desembocó en un patrimonialismo y, por inercia, en una desideologización que ha provocado un “momento de repliegue de la oleada revolucionaria”, como diagnosticó el Vicepresidente.
¿A quién está dirigido este mensaje? Por el contexto, es decir, en la antesala del congreso del Movimiento Al Socialismo (MAS), quizás esté dirigido a los movimientos sociales que hacen parte del partido de gobierno. No olvidemos que la agenda de este congreso parece estar marcada por la insistencia de muchos sectores sociales para solicitar la repostulación del Presidente para las elecciones de 2019. Aunque el propio Vicepresidente persiste en la idea de que Evo Morales es el “único candidato que garantiza la unidad” del MAS, parece apuntar a un debate interno fuerte para recuperar “el espíritu heroico y épico” del proceso de cambio. Quizás porque García Linera está pensando en la idea de Marx de que “la historia siempre avanza por su lado peor”. Y, por lo tanto, urge que el proceso de cambio recupere su mística revolucionaria.