La credibilidad
El mayor capital que tiene un periodista es la credibilidad, independientemente del medio en el que trabaje. Y quienes lo somos debemos estar preocupados más porque este capital cale y permanezca en el imaginario de nuestra sociedad, a la que nos debemos. Además, no podemos olvidar que la población está consciente de lo que hacemos y cómo lo hacemos, por lo que somos muchas veces blanco de críticas que nos impulsan a mejorar el trabajo.
Este valor se asienta en aspectos como el ejercicio de un trabajo imparcial, que no esté contaminado con lo que uno cree o piensa. Un trabajo que logre contar con las dos versiones de un mismo hecho, aunque muchas veces es complicado cumplir con este precepto no por cuestiones del periodista, sino de la fuente. “Tú solo vas a querer la mejor versión para el lector, la más rica, la más amplia, la que le explica mejor, la que ofrece mejores conocimientos. Eso no es ser neutral, sino imparcial”, resume el maestro Miguel Bastenier en una entrevista publicada en el portal masinvestigacion.es.
Los periodistas buscamos eso, precisamente, que el lector encuentre en los textos (en los diferentes soportes) los mayores elementos que le permitan formarse una idea y tomar posición sobre determinado hecho; aunque no terminamos de ser determinantes en el entendido de que las innovaciones tecnológicas desplazaron a los medios de comunicación tradicionales y con ello, a los periodistas del centro en los modelos de comunicación. Ahora es el lector quien toma la iniciativa, lo que hace cada vez más necesario afianzar la credibilidad, porque en función de ello seremos mayores generadores de opinión.
“El deber de un periodista es informar, informar de manera que ayude a la humanidad y no fomentando el odio o la arrogancia”, explica el maestro Ryszard Kapuscinski, y añade: “Nuestros lectores, oyentes, telespectadores son personas muy justas, que reconocen enseguida la calidad de nuestro trabajo y, con la misma rapidez, empiezan a asociarla con nuestro nombre” (clasesdeperiodismo.com).
La tarea del periodista es informar con el mayor rigor posible, y si no lo hacen todos, la mayoría sí lo hace y estamos conscientes de aquello. Debemos entender que el medio no hace al periodismo, sino el periodista al medio; por lo menos así lo creo, más allá de las diferencias.
En un momento de polarización en el mundo del periodismo se hace cada vez más necesario y urgente despojarnos de las etiquetas impuestas y apostar por nuestra credibilidad como individuo y como gremio, porque quienes al final nos juzgan (con el mayor o menor acceso a nuestros productos) son nuestros públicos; lo demás es ruido.