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Israel entre Bolivia y Chile

A propósito del ingreso de Bolivia al Consejo de Seguridad de la ONU, el político y periodista israelí Yair Lapid publicó un artículo en el que manifiesta su esperanza de que nuestro país introduzca a dicha institución “una voz más equilibrada y razonable que aquellas que se oyen de ahí últimamente”, en referencia a los paí-ses que aprobaron la Resolución 2334, del 23 de diciembre de 2016, que reafirma que los asentamientos que Israel estableció en territorio palestino, ocupado desde 1967, incluido Jerusalén oriental, “no tienen validez legal y constituyen una flagrante violación al derecho internacional”.

Con ese propósito, el autor intenta poner a los bolivianos en el lugar de los israelíes para que comprendan la ira que les causó la Resolución 2334, planteando el caso hipotético de que Israel apoye “la posición de Chile en la disputa por una salida soberana al Pacífico en favor de Bolivia”.

Al respecto, es importante aclarar que no es lo mismo defender el establecimiento de los asentamientos de Israel en Palestina, que son una expresión neocolonial y un obstáculo para lograr una solución biestatal, que defender el legítimo derecho que tiene Bolivia de recuperar su cualidad marítima mediante una negociación, tal como lo prometió Chile en reiteradas ocasiones.

Es decir, no es lógico comparar lo que siente el abusador en un conflicto con lo que siente el abusado en otro, porque, dadas las diferentes visiones y experiencias, resulta prácticamente imposible extrapolar nuestros sentimientos.

Además, las diferencias que existen entre un apoyo estatal, de un gobierno a otro, y una resolución del Consejo de Seguridad, que se aprueba por varios Estados y que sí tiene efectos vinculantes (artículo 25, Carta de la ONU), confirman que la hipótesis que plantea Lapid tampoco tiene sentido de proporcionalidad.

Ciertamente, a diferencia del efecto simbólico que podría tener el primer y único apoyo que el país del Mapocho jamás recibió de otra nación en el tema del mar (no es cierto que existan “partidarios de Chile” en este tema, como afirma Lapid), Israel tiene la obligación de aceptar y cumplir lo dispuesto por la Resolución 2334, incluyendo en especial lo referido a la “cesación completa de todas las actividades israelíes de asentamiento”.

Pero más importante aún, y esto seguramente no lo sopesó Lapid, es que el apoyo de su país a Chile en rea-lidad podría beneficiar a Bolivia.

En efecto, si consideramos que Israel es un país mundialmente conocido por incumplir sus obligaciones internacionales, tal como lo confirmó la Corte Internacional de Justicia en 2004, cuando emitió su opinión consultiva sobre la construcción de un muro israelí en Palestina; y teniendo presente que “la disputa por una salida soberana al Pacífico”, que actualmente se ventila en ese mismo tribunal, versa precisamente sobre los incumplimientos de Chile a varios de sus compromisos y promesas internacionales, un respaldo israelí a la causa chilena podría contribuir a reafirmar la tesis de que Santiago pretende mantener el statu quo de los territorios que a partir de 1879 anexó a sus dominios por la fuerza, aun cuando eso requiera transgredir el derecho internacional, tal como lo hace Israel con territorios palestinos.

De hecho, el apoyo de Israel a Chile sería como que Corea del Norte apoye a Irán en sus planes militares de potenciamiento nuclear, o que el Gobierno de Arabia Saudita respalde los comentarios misóginos y sexistas de Donald Trump; es decir, un apoyo que en lugar de ayudar, perjudicaría.

* es economista, catedrático invitado en la Universidad Andina Simón Bolívar. Twitter: @andriguzman