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Metáforas líquidas

La sociología debe ser una ciencia eternamente joven. A raíz de la muerte de Zygmunt Bauman (1925-2017), ocurrida hace pocos días, he rumiado largamente esa imperativa frase de Weber, que cito de memoria, por cierto.

Antes de compartir las ideas que me ha provocado, quiero decir que siempre me ha sorprendido la gran recepción entre los jóvenes de la obra tardía de Bauman, un sociólogo que escribió su primer libro en 1957, pero además un crítico incisivo e irreductible de la zona de confort de las nuevas generaciones: las redes sociales.

En realidad, la fascinación por Bauman radica en las bondades de la metáfora que emplea para estudiar el proceso de envejecimiento de la sociedad capitalista: la modernidad líquida.

Las analogías son instrumentos de las ciencias sociales para producir hipótesis. No se podría pensar sin ellas. Las instituciones económicas, sociales y políticas de la sociedad industrial, sus modos de hacer, es decir, sus prácticas, han sido “licuadas” y echadas en nuevos contenedores. Esta es la principal hipótesis de Bauman. Los “líquidos sociales” se han adaptado a la forma de los novedosos recipientes que los contienen. Es el tiempo de Proteo.

Así, en la era de la sociedad industrial, el Estado-nación funcionaba como el —incuestionable— “contenedor” del poder, el territorio, la economía y la cultura; hoy esta entidad convive con la región, la ciudad, el mercado global y/o el espacio virtual.

Las instituciones sólidas de la modernidad (la democracia), lo tangible (la economía), el dominio del tiempo y del espacio, las certezas, la moral, el amor y la amistad han sido sustituidas por instituciones gelatinosas, frágiles y en permanente transformación.

También han envejecido las ideas que las ciencias sociales empleaban para analizar esos fenómenos; entre ellas, la idea de “sociedad” que remitía a un sistema firmemente acoplado. Hoy los sociólogos prefieren el concepto de caos. Aunque no han desaparecido del todo, esas nociones se han convertido en zombis, muertos insepultos.

En todo caso, Bauman nos enseñó que las metáforas y las analogías son imprescindibles para pensar: las ciencias sociales trabajan comparando situaciones históricas, analogizando, valga el neologismo. La metáfora tiene un gran valor heurístico pero, claro está, corre siempre el peligro de osificarse, rutinizarse y fetichizarse.

Así, las metáforas provenientes de la física (masa, poder, fuerza, revolución), formalizadas por Marx, permitieron pensar el nacimiento del capitalismo, pero luego perdieron sus bondades cognoscitivas; sencillamente envejecieron.

Bauman enseñó que el sentido de la sociología consiste en pensar lo contemporáneo, el acontecimiento, la fugacidad del presente. Su máquina para pensar fue la metáfora de la distopía.

* es sociólogo.