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Museo Marcelo Quiroga Santa Cruz

Fue en la respetable Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA) que, con sorpresa y deleite, encontré un magnífico museo dedicado a la vida y obra de Marcelo Quiroga Santa Cruz, erigido con afecto, finura, constancia y convicción por la notable profesora de dicha facultad Beatriz Rossells, que así, sin halagos ni algazara, ha rendido el mejor homenaje a la memoria de uno de los hijos más insignes de Bolivia.

Marcelo Quiroga Santa Cruz, líder socialista, fue inmolado el 17 de julio de 1980 por las balas asesinas de la última dictadura militar, quedando su cadáver desaparecido hasta hoy y su obra frustrada, cuando remontaba espléndido vuelo en búsqueda de una patria mejor. Era hora de perpetuar la memoria de Marcelo en una galería que recuerde, a las nuevas generaciones, el paso de este gigante de la política por las páginas gloriosas y a la vez funestas de nuestra historia.

En los pasillos y paredes de la Facultad de Lingüística, a la manera de una película mostrada al revés, está la vida de Marcelo desde su niñez hasta su trágica muerte. Allí están algunas de sus prendas, abundantes fotografías, su máquina de escribir, sus libros, sus cuadros y los magníficos óleos que le pintaron artistas nativos y extranjeros. También están los retratos de los autores materiales e intelectuales de su muerte y de las ambulancias que cumplieron siniestra misión aquel funesto día.

Además, el museo Quiroga Santa Cruz muestra los hechos y personajes que sobresalieron en Bolivia y el mundo desde 1930 hasta 1980, o sea, durante las cinco décadas en las que transcurrió su existencia. Ahí, por ejemplo, están cuadros, fotografías, utensilios y libros sobre la Guerra del Chaco. También pinturas y libros sobre los grandes mineros de la época, una excelente colección de obras sobre la revolución nacional del 9 de abril, de las dictaduras militares y de la guerrilla del Che Guevara en Bolivia, a través de los cuales se trata de mostrar el marco en el que se forjó la personalidad de Marcelo.

Es importante mencionar que por la excelente utilización de espacios, el museo no interfiere en las labores de la facultad que la acoge. Por eso mismo, uno de los afiches de presentación dice: “El desafío era poder utilizar los espacios públicos de la casa, sin interferir en las labores ordinarias de las oficinas. El auditorio refleja la fulgurante y breve vida de Marcelo y su trágico, prematuro e injusto final. Las escaleras y los pasillos del segundo piso contribuyen también con sus imágenes a recrear la vida intelectual y política del mismo período (…)”.

En el museo me llamó la atención un inmenso lienzo con el retrato de Marcelo, de cuyo pecho cuelga la medalla presidencial, obra de un pintor aymara que de alguna manera refleja la frustración histórica sufrida con su prematura desaparición. También en la pinacoteca resaltan trozos de opiniones de diferentes autores, como la de Jesús Urzagasti, quien dice: “Marcelo brillaba demasiado para que unos hombres y un sistema ilegal, antidemocrático y corrupto pudieran tolerarlo. Pero ni el odio, ni la envidia, ni la propia muerte podrán borrar la estela luminosa que él dejó para todos nosotros”. Y también hay versos como uno de Matilde Casazola que reza: “Pero tú no has muerto. ¡No muere la luz! Vives en el tiempo, Quiroga Santa Cruz”.

En Cochabamba, ciudad natal de Marcelo, hasta hoy no hay un museo que perpetúe su memoria y, sin embargo, en La Paz, una ilustre dama de esa ciudad ha hecho realidad tan importante obra, que enriquece la cultura del país y rinde justo homenaje a Marcelo Quiroga Santa Cruz, un hombre notable de nuestra historia.

* es abogado e historiador, dirige una oficina jurídica en Cochabamba.