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Las cosas solo pueden empeorar

Si Estados Unidos tuviese un sistema parlamentario, Donald Trump, quien pasó todo su primer día en el cargo haciendo berrinches y despotricando contra los informes precisos de las reducidas multitudes en su toma de protesta, ya estaría enfrentando un voto de no confianza. Sin embargo, no es así; de alguna forma, vamos a tener que sobrevivir cuatro años de esto.

¿Y cómo va a reaccionar ante las cantidades decepcionantes sobre las cosas que realmente importan? En su discurso de toma de protesta, sensacionalista y malísimo, Trump describió a una nación en apuros extremos: “la matanza estadounidense”. El Estados Unidos verdadero no se parece en nada a eso; tiene bastantes problemas, pero las cosas podrían ser peores. De hecho, es probable que sí empeoren. ¿Cómo va a lidiar con ello un hombre que es evidente que no puede manejar ni el más mínimo golpe a su ego?

Hablemos de las malas noticias predecibles. Primero, la economía. Al escuchar a Trump, uno podría haber pensado que Estados Unidos se encontraba en medio de una depresión a escala completa, con “fábricas oxidadas dispersas como lápidas por todo el paisaje de nuestra nación”. El empleo en las manufacturas bajó, en efecto, desde el 2000; pero el empleo en su conjunto está muy elevado, y la tasa de desempleo es baja, según estándares históricos. Y no solo se trata de un número que se ve bastante bien: los salarios al alza y la creciente cantidad de estadounidenses que tienen la confianza suficiente para renunciar al empleo indica una economía cercana al pleno empleo.  

Lo que esto significa es que es probable que el desempleo ya no pueda bajar mucho más de como está, así es que aun con buenas políticas y buena suerte, la creación de empleos será mucho más lenta de lo que fue en los años de Obama. Y, dado que las cosas malas sí pasan, existe una fuerte probabilidad de que el desempleo sea más alto dentro de cuatro años de lo que es hoy. Oh, y es factible que los déficits presupuestarios trumpistas amplíen el déficit comercial, de tal forma que es probable que caiga el empleo, en particular, en las manufacturas y no que aumente.

Un segundo frente en el cual lo más seguro es que las cosas empeoren es la atención de la salud. El Obamacare hizo que el porcentaje de estadounidenses sin seguro médico cayera drásticamente al nivel más bajo hasta ahora. Derogarlo haría que las cantidades volvieran a subir de inmediato, 18 millones de recién asegurados en solo el primer año, que eventualmente aumentarían a más de 30 millones, según estimaciones de la Oficina Congresal del Presupuesto. Y no, los republicanos que han pasado siete años sin idear un verdadero reemplazo no desarrollarán uno en las próximas semanas, ni nunca.
En un tercer frente, el del crimen, la dirección futura es poco clara. La visión de Trump de un Estados Unidos urbano deteriorado por “el crimen y las bandas y las drogas” es una fantasía distópica: el crimen violento, de hecho, ha bajado muchísimo a pesar de los muy difundidos y recientes incrementos en los asesinatos en unas cuantas ciudades. Supongo que es posible que el crimen pudiera haber bajado aún más, pero también pudo haber aumentado.

Lo que sí sabemos es que el gobierno de Trump no puede pacificar las zonas de guerra urbana de Estados Unidos porque esas zonas no existen.

Entonces, ¿cómo va Trump a manejar las malas noticias del desempleo en aumento, la caídas de la cobertura médica y poca, si es que alguna, reducción del crimen? Es obvio: negará la realidad, en la forma en la que siempre lo hace cuando amenaza a su narcisismo. Sin embargo, ¿sus partidarios van a consentir su fantasía? Podría ser. Después de todo, bloquearon las buenas noticias en la época de Obama. Dos terceras partes de los votantes de Trump creen, falsamente, que la tasa de desempleo aumentó con Obama (tres cuartas partes creen que George Soros le está pagando a la gente para que proteste en contra de Trump). Solo un 17% de quienes se autoidentifican como republicanos está consciente de que la cantidad de los no asegurados está a un nivel bajo histórico. La mayoría de las personas pensaban que el crimen iba al alza, aun cuando estaba bajando. Así es que, quizá, bloquearán las malas noticias en los años de Trump.

Sin embargo, es probable que no vaya a ser así de fácil. Para empezar, la gente tiende a atribuir las mejoras en su situación personal a sus propios esfuerzos; sin duda que muchos de quienes consiguieron empleo en los últimos ocho años creen que lo hicieron a pesar de las políticas de Obama y no gracias a ellas. ¿En la misma medida, se van a culpar a sí mismos, y no a Donald Trump, por los empleos y del seguro médico que se pierdan? Improbable. Encima de eso, Trump hizo grandes promesas durante la campaña, así es que el riesgo de la decepción es especialmente alto.

¿Responderá a las malas noticias aceptando la responsabilidad y tratando de hacer mejor las cosas? ¿Renunciará a su fortuna y se meterá en un monasterio? Ambas cosas parecen igualmente factibles. No, casi seguro que el inseguro egomaníaco en jefe negará las verdades incómodas y regañará a los medios por informar sobre ellas. Y, esto es lo que me preo-cupa, es demasiado probable que tratará de utilizar su poder para dispararles a los mensajeros.

En serio, ¿cómo creen que reaccionará el hombre que comparó a la CIA con los nazis, cuando la Oficina de Estadísticas Laborales informe sobre un repunte considerable en el desempleo o un descenso en los empleos en las manufacturas? ¿Qué va a hacer cuando los centros para el Control de Enfermedades y la Oficina del Censo reporten cifras que se están disparando de los estadounidenses sin seguro? Es posible que hayan pensado que estuvo mal el berrinche del fin de semana. Sin embargo, hay cosas muchísimo peores por venir.