El peligroso desorden de Trump
Trump pretende desmontar las instituciones multilaterales establecidas en las seis décadas pasadas.
Las medidas ya adoptadas y el anuncio de las que adoptará en el futuro inmediato, demuestran que Trump se toma en serio lo del desmantelamiento de las principales instituciones multilaterales establecidas en las seis décadas pasadas, a partir de valores y principios defendidos por los propios Estados Unidos, que se convirtieron en el credo de las organizaciones que configuran la arquitectura del sistema político y económico multilateral.
La Guerra Fría fue sin duda un orden con equilibrio precario. Las dos superpotencias organizaron sus esquemas de alianzas y subordinación de regiones enteras en la forma de zonas de influencia, desplegaron una carrera armamentista controlada y, lo que es más importante, evitaron que se desate la tercera guerra mundial con armas nucleares. La OTAN y el Pacto de Varsovia se enfrentaron en el ámbito militar y logístico bajo el lema “paz imposible, guerra improbable”.
El capitalismo y el socialismo, con sus respectivas superpotencias a la cabeza, establecieron instituciones económicas para la regulación de sus relaciones comerciales y financieras. En el área capitalista las reglas fueron administradas por el “sistema de Bretton Woods”, compuesto por el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y el GATT.
Con el derrumbe de la URSS y los países socialistas de Europa oriental se inició el tránsito del orden de la Guerra Fría al orden de la globalización, constituido a partir de varios componentes: primacía indisputada de Estados Unidos en materia militar; intenso despliegue de la revolución tecnológica; soporte ideológico proporcionado por el neoliberalismo, que se tradujo en la globalización de las finanzas y la información; intento al comienzo de organizar las relaciones comerciales de manera multilateral en el marco de la Organización Mundial del Comercio, y más recientemente mediante megatratados de libre comercio al estilo del Acuerdo Transpacífico de Asociación (TPP) y del Acuerdo Transatlántico de Comercio e Inversión (TTIP), con reglas de propiedad intelectual muy favorables a las cada vez más poderosas empresas transnacionales.
En las últimas décadas la economía mundial se fragmentó por la emergencia comercial y financiera de China, que puso en marcha alianzas e iniciativas conducentes a crear su propio orden financiero internacional, alternativo a los organismos de Washington. Los conflictos militares en el Medio Oriente generaron a su turno esquemas volátiles de alianzas y facilitaron el retorno de Putin a la mesa de negociaciones estratégicas.
Trump pretende ahora desmontar todo eso a partir de un agresivo enfoque nacionalista y proteccionista, que se traduce por el momento en el retiro de Estados Unidos del TPP, revisión del Tratado de Libre Comercio con México y Canadá, así como condicionamiento de la participación de EEUU en una larga lista de organismo multilaterales como las Naciones Unidas y la Unesco, a partir de criterios inaceptables y claramente contrarios a la vigencia universal de los derechos humanos y los compromisos internacionales alcanzados en materia de cambio climático.
La globalización neoliberal requería ciertamente de profundas reformas, entre otras razones debido a las desigualdades e injusticias a que dio lugar, puestas en evidencia con el brexit y la propia elección de Trump. Pero de ahí al atropello de derechos de pueblos y Estados y el chantaje a los inversionistas hay una distancia abismal.
El país más afectado en estos momentos es México, pero las afrentas, amenazas y humillaciones son para toda la América Latina. Es la hora en que debe activarse la solidaridad de la sociedad civil latinoamericana junto con la adopción por parte de los gobiernos de un conjunto de medidas colectivas de defensa de la soberanía, los derechos y los legítimos intereses de la región.