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CNS: ni auditorías ni destitución

Corrupción, ineficiencia, nepotismo, dirigencias prebendales, mala calidad de atención son atributos que hace mucho tiempo caracterizan a la Caja Nacional de Salud. Para que así sea, en las últimas décadas los directores o gerentes generales de los más diversos, invariablemente fueron designados por los gobiernos de turno y dirigencias obreras. Estos gerentes dependen de directorios constituidos política y partidariamente con preeminencia de representantes laborales con los que habitualmente, al igual que con algunos sindicatos, hacen acuerdos prebendales, designaciones de personal, contrataciones de servicios irregulares y pactos ocultos para una oscura y concertada gobernabilidad.

En consecuencia, los verdaderos responsables de la situación de la CNS son todos los citados precedentemente; pero son también los profesionales y trabajadores administrativos irresponsables, maltratadores e ineficientes que contribuyen al desastre de la institución. Felizmente, hay quienes atenúan el drama trabajando heroicamente para salvar miles de vidas, a veces sin contar con las condiciones mínimas necesarias como ocurre en el Servicio de Emergencias del Hospital Obrero y muchos otros. Por todo esto, es deplorable que los bandos confrontados intenten atribuirse deshonestamente la culpa unos a otros cuando juntos contribuyeron para la devastación.

El enfrentamiento entre posiciones testarudas sin sentido, muestra una incapacidad colectiva y una dosis de perversidad de los involucrados que arrastran un conflicto complicándolo, sabiendo que independientemente de su desenlace nada sustancial ocurrirá con el problema de fondo. Mil auditorías, como las que ya se hicieron infructuosamente otras veces, o la destitución del gerente que igual será sacrificado cuando se considere políticamente oportuno y acabe la pulseta, no resolverán nada y solo lastimarán más a la institución debido a que la catástrofe institucional acumulada es muy grande y causada por muchos factores clave que dependen principalmente del Gobierno, pero también de los otros causantes copartícipes. ¿Qué hacer entonces?

El Gobierno y los gremios deben aceptar que ninguno tiene plena razón en el conflicto y que ambos están utilizando argumentos forzados para imponer su posición; el lío actual debe cerrarse destituyendo al gerente con las disculpas correspondientes por haberlo designado y mantenido en condiciones conflictivas, y designar un gerente general transitorio y de consenso que mantenga las condiciones básicas de funcionamiento y normalidad entre tanto se lleva adelante la reestructuración. Pero para enfrentar responsablemente el desastre acumulado es necesario conformar un equipo de trabajo altamente participativo que en pocos días presente un plan de reestructuración radical de la CNS, que una vez consensuado y aprobado con rango de ley sea implementado por el equipo de trabajo y cuerpos gerenciales técnicos rigurosamente seleccionados. El proceso de reestructuración total definirá las nuevas leyes, decretos y otras acciones que deben implementarse, cuidando de no repetir el error de pensar que cuanto más auditorías, intervenciones, procesos, juicios o encarcelamientos la transformación será mejor.          

Hay que pedirle al Gobierno y a los gremios que salgan de la vergonzosa situación actual que la mantienen obstinada e irracionalmente para no mostrarse perdedores, sabiendo ambos que el asunto del gerente es lo más irrelevante y que le mienten a la población cuando se imputan mutuamente la responsabilidad de la situación. Que no sean insensatos, que salven a la Caja Nacional de Salud.