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Desafíos latentes

Luego de la entrada en vigor del Acuerdo de París en noviembre, los desafíos y brechas para alcanzar la meta principal de limitar el calentamiento global por debajo de dos grados centígrados se hacen más latentes, así como los impactos del cambio climático se vuelven más tangibles. Récords de temperatura, desaparición de lagos y glaciares, sequías extremas, ploliferación de plagas, incendios incontrolables, y una larga cadena de impactos que repercuten en el bienestar, la seguridad y la salud humana son parte de los escenarios actuales que pueden sentirse a lo largo y ancho del planeta.

Los desafíos no solo residen en implementar la hoja de ruta trazada con acciones efectivas para enfrentar el cambio climático, sino también en poder medir y rendir cuentas de los avances en el cumplimiento de los objetivos acordados, para así conocer en qué medida nos estamos acercando —o alejando— de las metas fijadas.

Bolivia está entre los más de 133 países que han ratificado el Acuerdo de París y que hoy avanzan hacia la puesta en práctica de los compromisos asumidos en sus contribuciones previstas y determinadas en el ámbito nacional. En éstas, el sector agropecuario es estratégico para lograr cumplir los objetivos climáticos, al ser el principal impulsor de la deforestación, las quemas e incendios forestales, además de emitir gases de efecto invernadero desde las prácticas agrícolas y ganaderas. Al mismo tiempo es el sector más expuesto y vulnerable a las adversidades climáticas, indispensable para garantizar la seguridad alimentaria y los medios de vida de gran parte de la población, y constituye un pilar para la economía y el desarrollo del país. Por tanto, es fundamental un adecuado seguimiento a las contribuciones desde este sector, que puedan ser cuantificables y verificables, para asegurar la efectividad en el cumplimiento de los compromisos y metas trazadas, tanto para la mitigación como para la adaptación al cambio climático.

Se trata sin duda de un reto importante, puesto que requiere de un esfuerzo coordinado a todo nivel, entre actores estatales y no estatales. Para lograr la participación efectiva de todos los involucrados, tanto en la implementación como en el seguimiento y rendición de cuentas de los progresos alcanzados, se necesita desarrollar un marco de monitoreo flexible y aplicable a distintas escalas, donde todos los actores puedan reconocer y alcanzar sus propios objetivos y que a su vez éstos respondan y estén integrados a las agendas agrícolas, de desarrollo y climáticas nacionales y globales. Así, podremos disponer de información segura y confiable que aporte a robustecer políticas con experiencias y evidencias palpables de los éxitos, fracasos y lecciones aprendidas, que contribuyan a revertir las tendencias de deforestación, el aumento de las emisiones y el cambio climático, y generen cobeneficios para alcanzar el desarrollo integral y sustentable.