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América, unidos por la historia

Los fragmentos de la historia demuestran que los muros fron-terizos no caben en los países de América.

/ 9 de marzo de 2017 / 07:22

El país ha sido parte de imposiciones y dominaciones que ocurrieron en la historia de la humanidad, pues las diferentes civilizaciones y culturas que existían en América no lograron coexistir en paz, es así que los quechuas o incas exterminaron a culturas antecesoras más pequeñas, después llegó el hombre blanco desde Europa trayendo consigo armas que utilizó para subyugar a las civilizaciones existentes en el continente. Hay  que recordar que los españoles dominaron a grandes culturas como la Azteca y la Quechua y que los ingleses exterminaron pueblos enteros como los Navajo y los Cherokee. Está visto que las culturas grandes absorben a las pequeñas a la fuerza, es así que pueblos europeos conquistaron África de manera sangrienta.

Ya en épocas más avanzadas, Bolivia estaba dividida entre republicanos y liberales, lo que condujo a la guerra civil, aún poco explorada. En la actualidad el país parece seguir el mismo camino ya que se está polarizando el pensamiento, creando así bandos opuestos que pueden dar paso al divisionismo.

Ya en el siglo XX, Chile, que tenía mayor poder tecnológico, en base al uso de la fuerza y la presión, obligó a los gobernantes a firmar un tratado mediante el cual cedíamos parte de nuestro territorio, pero no es el único vecino que en base a la fuerza logró quitar a Bolivia partes importantes de su territorio.

Ahora, las naciones fortalecen sus fronteras cerrándolas, recordemos que las fronteras son un invento del hombre pues naturalmente la única frontera que existía radicaba en nuestro deseo de hasta dónde queríamos llegar.

América del Norte, Centroamérica y América del Sur deberían dar ejemplo de hermandad y no de divisionismo, pues se quiera o no en sus  venas corre una variada mezcla de sangre de culturas que precedieron. Y eso une a sus habitantes como hermanos, por lo que deben unirse ahora como lo hicieron a la hora de luchar contra imperios que oprimían desde lejos, del otro lado del océano Atlántico, al final lograron vencer, pero no porque hayan batallado separados, sino porque lo hicieron de manera conjunta, así lograron la libertad de los pueblos de América.

Con toda esta reflexión, ¿no sería hermoso vivir en un mundo sin muros ni fronteras? ¿Que los hijos puedan compartir con los demás sin tener que sentirse perseguidos como criminales por el simple hecho de buscar una mejor situación de vida para sus familias?

En el caso de Bolivia, los muros de la ignorancia solo pueden ser derribados por el amor al prójimo y la fraternidad entre los pueblos; seguramente, la gente de extrema política alista su polvoriento disco de Aram Khachaturian para bailar la Danza de los Sables que ya pasó a la historia.

Sudamérica debería ser una sola nación, lo propuso el libertador Bolívar; mas al contrario fue separada en países, departamentos, provincias, cantones y comunidades; estas últimas olvidadas por siempre. Muchos heroicos ofrendaron sus vidas como Ildefonso de las Muñecas Alurralde, nacido en Tucumán, Argentina, quien estableció el “Batallón Sagrado” en 1814-1816. Su última batalla la realizó en las proximidades de la histórica población de Ayata, la primera capital de la provincia Muñecas del departamento de La Paz, siendo prisionero en Camata fue asesinado en Guaqui, provincia Ingavi; historia confinada al olvido.

Perú, Bolivia, Argentina, Paraguay, Uruguay, Chile, Brasil, Colombia, Ecuador y Venezuela están íntimamente ligados por la historia y la cultura. El primer presidente de Argentina fue un boliviano de raíces potosinas, Cornelio Saavedra. Estos fragmentos de la historia demuestran que los muros fronterizos no caben en los países civilizados de América.

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Homenaje al primer guerrillero sudamericano

Han pasado dos siglos desde entonces, y los paceños continuamos entregando nuestra sangre por una vida mejor, para poder vivir bien con amor, justicia e igualdad.

/ 27 de marzo de 2016 / 04:00

Dentro del calendario histórico de nuestro continente duerme la historia de grandes paladines que ofrendaron sus vidas por la soñada libertad de esta parte de América, especialmente de Bolivia, Argentina y Perú, hermanados por la historia. Entre varios otros, Ildefonso Escolástico de las Muñecas Alurralde, Juan Crisóstomo Esquivel, Santos Pariamo, Miguel Fermin de Aparicio y centenares ciudadanos patriotas-anónimos que entregaron su sangre y sus vidas en pro de la libertad que hoy disfrutamos, pero divididos en países.

Los paceños hemos olvidado el legado de Ildefonso Escolástico de las Muñecas Alurralde y hemos dejado pasar dos siglos sin rendirle tributo alguno a este mártir que dio nombre y libertad a nuestra América. Debemos, por tanto, trabajar para dar a hacer conocer su obra en las 20 provincias paceñas, así como también en nuestra ínclita ciudad capital, La Paz. Rindiéndole un justo homenaje no solo con un busto que evoque la personalidad de ese talentoso guerrillero de la independencia americana, quien, en la población de Ayata un 15 de agosto de 1815, presentó su célebre programa contra los tributos impuestos por la corona española.

Un año después, el 8 de mayo de 1816, Ildefonso Muñecas fue inmolado por el régimen colonial contra el que había luchado gran parte de su vida.

Han pasado dos siglos desde entonces, y los paceños continuamos entregando nuestra sangre por una vida mejor, para poder vivir bien con amor, justicia e igualdad. Pero lamentablemente seguimos postergados, en especial los valles paceños, como la provincia Muñecas; esto pese a su inmensa riqueza, natural y mineral, que en sus entrañas no solo posee oro, plata, estaño y otros minerales como el uranio. En lugar de aprovechar las bendiciones de esta tierra de manera sustentable, las peleas internas entre los hermanos de esta provincia continúan.

Ojalá no lleguemos a extremos incivilizados como en los casos de Ayata, Camata, Aucapata, Chuma y Tacacoma, por conflictos limítrofes. Deberíamos demostrar al mundo litigante que los problemas internos se los resuelve dialogando, como verdaderos hermanos; y que la riqueza del metal amarillo no sea un motivo de discordias. Dios nos entregó grandes recursos (mineros, agrícolas y ganaderos, entre otros), así como el sol y el agua que goza la humanidad. América debería usar una sola identidad y una sola moneda.

Las 20 provincias de La Paz, incluida la capital administrativa, deberían recordar no solo el Bicentenario de la independencia del país, sino también rendir honores militares a los manes de la libertad en el aniversario de los 200 años de su muerte y el fin de la republiqueta Larecaja.

Para tal efecto las secretarías municipales de Culturas, Patrimonio y Medio Ambiente de los municipios de Chuma, Ayata, Aucapata, junto a la Alcaldía de La Paz, deberían programar homenajes póstumos en su honor, invitando a las organizaciones cívicas, educativas, administrativas y políticas para que se sumen en estos festejos; así como también en favor del progreso y la paz de nuestra región, poniendo de una buena vez en práctica la premisa que nos enseña nuestro escudo departamental: “Los discordes en concordia en paz y amor se juntaron y pueblo de paz fundaron para perpetua memoria”.

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