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Marx y el Estado

Generalmente se enseña que el Estado es la sociedad política y jurídicamente organizada, y una buena parte de las teorías de raigambre contractualista considera que el Estado proviene de un gran pacto social, es decir un contrato, o en algunas corrientes más realistas de un gran armisticio, en el que la guerra es el dato inmediato previo al Estado.

Marx no dedicó ningún estudio sistemático al Estado, apenas tenemos un guiño en la Introducción a la crítica de la Economía Política de 1857. En esta introducción señala lo siguiente: “Mis investigaciones me llevaron a la conclusión de que tanto las relaciones jurídicas como las formas de Estado no pueden comprenderse por sí mismas ni por la llamada evolución general del espíritu humano, sino que, por el contrario, tienen sus raíces en las condiciones materiales de la vida”.

Dicho de otra manera, son las condiciones materiales de vida las que condicionan de manera singular las formas de Estado y la producción de materia estatal expresada en las relaciones jurídicas. En este sentido se puede desagregar una reflexión marxista sobre el Estado partiendo de las siguientes premisas: a) que lo que se conoce como Estado moderno no es un modelo arquetípico que pueda ser reconocido y aplicado en todo el planeta, o que en todo caso lo sea a condición de que dicho modelo arquetípico, en su aplicación, sea mutilado, corregido, tergiversado, reducido e incluso después de todo ello, sea excepcional; b) que aquello que denominamos como Estado, necesite, precise, una formulación propia, es decir una base material propia en cada caso, de experiencia, que se busque analizar. En este sentido se debe proceder al estudio de cada Estado como situación concreta y única, con sus propias determinaciones, sus momentos constitutivos y sus formas primordiales. Una teoría del Estado no sería otra cosa que la revisión crítica de la producción de estatalidad concreta en cada caso.

En este sentido, una teoría del Estado, desde una veta marxista debe dar cuenta de la serie de transformaciones en la producción de estatalidad y que se extiende a un análisis de los procesos constituyentes particulares, y es necesario ampliar la noción de proceso constituyente, para que no se piense que lo constituyente son los asambleístas o los representantes elegidos. La idea misma de poder constituyente rechaza la posibilidad de representantes. Lo constituyente es una fuerza social que produce la materia estatal. Deja su impronta, su sello y permite que sus mandatos adquieran forma jurídica para hacer posible la repetición constante, entendida como obligación jurídica a partir de la cohesión y coerción estatal. De esta manera el Estado se materializa.
Marx no dejó una teoría del Estado, pero existen fragmentos que pueden ayudar a pensar en una.